Viernes, 26 de Abril 2024

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Pandemia y pobreza

Por: Diego Petersen

Pandemia y pobreza

Pandemia y pobreza

No por esperada la tragedia es menor. La epidemia de COVID-19 ha hecho estragos en los ingresos de los mexicanos, particularmente en las familias más pobres. Los datos son terribles: casi cinco millones de personas ocupadas cayeron en pobreza laboral desde que comenzó la emergencia sanitaria. Hay una reducción neta de los ingresos, pero la carga no se distribuye igual; los más afectados fueron lo que están en el quintil de menores ingresos, particularmente en los entornos urbanos.


No hay programa social que sustituya la pérdida de un empleo. Dicho de otra manera, los programas sociales son fundamentales para corregir la desigualdad de oportunidades, pero no solucionan por sí mismos el problema de la pobreza. La pobreza y particularmente lo que llamamos pobreza laboral, es resultado de una economía que no crece significativamente desde hace 20 años y cuya competitividad está basada en la contención de salarios, en pagar sueldos que no alcanzan ni siquiera para lo básico.


Lo poco que se avanzó en distribución del ingreso en los primeros años del siglo XXI, cuando la pobreza estuvo por primera vez por debajo del 50 por ciento, se perdió tras la crisis de 2009. Previo a la pandemia y resultado de un incremento al salario mínimo que comenzó en el último año de Peña Nieto y continuó en los dos primeros de López Obrador, la pobreza laboral comenzaba a disminuir a pesar del crecimiento cero en el 2019. Con la crisis económica derivada de la epidemia no sólo perdimos lo ganado en los últimos años sino que regresamos a niveles de 2012. La Ciudad de México fue la entidad más golpeada por la crisis con un incremento de 14.6 por ciento en la pobreza laboral, en contraste con Chiapas, Oaxaca, Nayarit y Zacatecas, donde hubo un pequeña reducción de los niveles de pobreza, atribuible sin duda a las transferencias directas de los programas sociales. Jalisco está entre los menos afectados, con un incremento 1.5 por ciento en la pobreza laboral y Nuevo León con 2.5.


Crecer 5 o 6 por ciento como augura el presidente, o 4.5 como prevé Banco de México, resulta absolutamente insuficiente frente a una caída de 8.5 del año anterior. El combate a la pobreza, principal objetivo del actual gobierno, depende menos de los programas sociales, cuyo efecto es puntual e importante en las zonas económicamente más deprimidas del país, que del crecimiento del salario y de la economía. El salario mínimo puede subir por decreto y hay que seguirlo haciendo; el salario real no: de acuerdo con los datos de Coneval, una tercera parte de la población ocupada en este país percibió en 2020 menos de un salario mínimo, la mayoría de ellos en el sector informal. A ellos no les beneficia el incremento del salario, necesitan una economía que se mueva.


El crecimiento económico debería ser la obsesión de un gobierno que busca reducir la pobreza, pero tristemente no parece ser la prioridad del presidente ni del gabinete.

El crecimiento económico debería ser la obsesión de un gobierno que busca reducir la pobreza, pero  no parece ser la prioridad del presidente ni del gabinete
 

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