Hablo, desde luego, del funeral de los partidos políticos estatales Hagamos y Futuro. Su muerte por inanición de votos se decretó la semana pasada en el Consejo General del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco (IEPC), y están en proceso sus respectivas autopsias patrimoniales para finiquitar su existencia.Sí, la ola guinda a la que se aliaron les hizo crecer en posiciones por los acuerdos previos, pero los terminó revolcando y ahogando. Sin embargo, hubo omisiones anteriores en ambos institutos políticos, que permitieron que el pragmatismo superara los principios y los llevaron al punto de no tener más alternativa que engancharse en el potente arrastre obradorista apenas en su segunda y última elección.Su inclusión en el tablero electoral local en 2021, luego de batallar para conseguir su registro un año antes, despertó expectativas. Tanto Futuro (cuyo origen fue el movimiento Wikipolítica, plataforma de acción en la que se formó el primer diputado local independiente que llegó al Congreso local, Pedro Kumamoto), como Hagamos (partido que surgió luego de que se rompió la alianza MC-Grupo UdeG), prometían refrescar con figuras jóvenes y de nuevas generaciones la agenda política y la vida pública de Jalisco.Más aún porque Hagamos y Futuro representaban el regreso de los partidos políticos estatales a la escena electoral de la entidad, luego de 25 años de ausencia, desde el Partido del Pueblo Jalisciense (PPJ), que contendió en los comicios estatales de 1995.Como institutos políticos debutantes, la Ley Electoral les impedía hacer alianzas. Así que, en la elección intermedia de 2021, jugaron solos, sin prerrogativas y apenas con un mes para hacer campaña. Pese a todas esas condiciones en contra, Futuro logró un escaño, Hagamos dos, además de algunas alcaldías y regidurías, así como el objetivo principal que era obtener más del tres por ciento de los votos para mantener el registro.Esa conquista pareció dejarlos conformes. Ni desde las posiciones de representación ganadas, donde colocaron a sus cuadros más experimentados, ni desde sus estructuras partidistas hicieron el trabajo necesario para calar en el ánimo de los ciudadanos.Dejaron pasar la oportunidad de cumplir con la expectativa de ampliar la agenda pública con temas que evadía la partidocracia tradicional con la que competían, y de demostrar que era posible, desde la clase política, estar cerca de los intereses ciudadanos. Hagamos, además, nunca logró sacudirse de su dependencia del grupo político que controla la Universidad de Guadalajara.No pasaron la prueba de marcar una diferencia respecto a la oferta política ya existente. Por eso, sólo les quedó subirse a la locomotora de la 4T, que los terminó arrollando, con un costo al contribuyente de más de 319 millones de pesos.