Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Sólo un minutito

Por: Sergio Oliveira

Sólo un minutito

Sólo un minutito

“Es sólo un minutito, no me tardo nada”, es lo que dicen muchos cuando, casi siempre por flojera, estacionan su auto frente a una cochera, detrás de otro auto o en un lugar reservado para personas con capacidades diferentes, por ejemplo. Y estos son los “educados”, porque de hecho la mayoría lo hace sin siquiera pedir permiso, mucho menos perdón. Me impresiona la gente que sigue pensando que esto es un pecado menor o, peor aún, que ni siquiera es pecado, que tiene derecho de robarles el tiempo a los demás y no sufrir consecuencias. La ley no escrita de convivencia y del sentido común -cada vez más escaso, desafortunadamente- indica que no debemos hacer al prójimo lo que no nos gustaría que hicieran a nosotros. Pero al circular por nuestras arterias, no sólo aquí, en muchas partes del mundo, vemos que muchos, probablemente la mayoría, faltó a esa clase imaginaria. El tema de dónde estacionan el auto es más grave de lo que se piensa. Cuando alguien decide hacerlo, por ejemplo, en una avenida de tres carriles, el obvio efecto es la reducción de carriles y el cuello de botella producido por la necesidad de los demás vehículos de moverse hacia el otro carril, generalmente creando un atasco que le quita el tiempo a muchos y aumenta la contaminación, al hacer que muchos tengan que detenerse por completo y volver a arrancar, que es el momento en que los autos más consumen combustible.

Vemos esos ejemplos diariamente. En un centro comercial es muy común ser testigos de gente que, por flojera de caminar, maneja hacia una de las máquinas de recepción de pago y estaciona justo enfrente de ella, para entonces hacer la fila para pagar antes de salir. Con eso, está quitando tiempo a los demás, pero claro, en su no muy funcional cabeza, el único que tiene derecho a ahorrarse tiempo es él. A cuántos nos ha pasado, que al querer salir, no podemos hacerlo porque un auto nos obstruye la salida. Tal vez nos quite sólo tiempo, en el mejor de los casos, pero en una emergencia, puede poner en riesgo la vida de alguien.

Otras formas de mal estacionarse

Hay los que piensan que su auto no puede estar expuesto a los “portazos” en estacionamientos públicos y deciden aparcarlo en diagonal, ocupando dos lugares. Le vale si alguien más queda sin un lugar para dejar su coche. También están los “anchos”, que estacionan sobre la línea que divide dos espacios y hace inviable el lugar a su lado. Tiene el mismo efecto del que estaciona en diagonal, aunque en teoría parece haberse estacionado bien.

Claro que no faltan los descarados que ponen sus coches en lugares especiales para personas con capacidades distintas. Por supuesto que no le importa lo más mínimo que alguien que no puede caminar o lo haga con dificultad, necesite hacer un mayor esfuerzo y caminar distancias más largas. Para él lo único importante es haber logrado estar lo más cerca posible de su destino. Lo peor es que no se siente mal por eso, al contrario, él piensa que es más listo que los demás y cada vez que lo hace es una victoria, en su mente. Algunos llegan incluso a usar la calcomanía de algún familiar con problemas de movilidad, para acceder a esos espacio como un privilegio propio. Lo importante es evitar la multa, no ayudar al prójimo. Son aún peores en su distorsión mental.

Claro, hay muchas más infracciones en este tema, que nos pueden hacer perder puntos en nuestras licencias y al acumular 12 puntos, perder el derecho a conducir (hablo de Jalisco). Una es estacionar frente a una rampa para sillas de ruedas. Otra, frente a un hidrante. Otra más en lugares de acceso y deceso de transporte público, en curvas, etc. Las multas, en algunos casos son muy fuertes. En Zapopan, estacionarse en un lugar para personas con capacidades diferentes puede llegar a siete mil 696 pesos. Aun así, la gente lo sigue haciendo, probablemente confiándose en que una “mordida” sale más barata.

Mientras reine la impunidad, que no parece que se vaya a ir tan pronto, creo que sería una buena idea incluir clases obligatorias de educación vial en las escuelas, públicas y privadas, para que nuestros niños entiendan y crezcan con la consciencia de la importancia del tema. Es esto, o esperar que los robots finalmente conduzcan mejor que nosotros y nos veamos obligados a dejar de hacerlo.

oliveiraserg@gmail.com

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