Sábado, 20 de Abril 2024

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Todas las personas somos migrantes

Por: Rubí Bobadilla

Todas las personas somos migrantes

Todas las personas somos migrantes

Todas y todos somos migrantes.

Soñamos con tener una mejor vida y nos movilizamos para conseguirla. Cambiamos de un hogar a otro, incluso de ciudad, de Estado y hasta de País.

Hay quienes juzgan las maneras, y aunque lo deseable es que migráramos de forma ordenada, cada quien lo hace según las necesidades y posibilidades que tiene a su alcance.

Ayer al menos 38 personas migrantes perdieron la vida en un centro de retención del Instituto Nacional de Migración ubicado en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la zona del puente Internacional Stanton-Lerdo, que conecta a al estado fronterizo con la ciudad texana de El Paso, en Estados Unidos.

La mayoría de las víctimas eran centroamericanas y venezolanas, según señaló el Presidente Andrés Manuel López Obrador en su rueda de prensa "Mañanera".

Las víctimas murieron calcinadas dentro de los espacios de retención, según señalaron las autoridades mexicanas, luego de que iniciaran una protesta por haber sido retenidos un día anterior. Habrían incendiado un colchón esperando que los guardias les liberaran para evitar consecuencias mayores, pero eso no pasó y el fuego les quitó la vida, mientras que otras 29 personas resultaron heridas.

La catástrofe exhibe, una vez más, las fallas del sistema. En primer lugar, debemos preguntarnos por qué las personas migrantes tenían en su poder un encendedor, si los protocolos dictan que se les deben retirar, durante su estancia en los centros, los objetos que representen un riesgo para ellas mismas al interior de estos espacios.

En segundo lugar, por qué ignorar las peticiones de las personas migrantes al punto de tener que llegar a una protesta dentro del sitio donde se encontraban ¿no se debe establecer comunicación inmediata con las autoridades de los países de los que provienen para buscar soluciones en conjunto?

En tercer lugar, según los videos que circulan en redes sociales, los dos guardias comienzan a ver el fuego y pareciera, empiezan a asustarse sin saber qué hacer. Si liberan a los custodiados podrían fugarse representando un reprendo para ellos, pero el fuego crece en segundos y los retenidos corren dentro del resguardo mientras que los guardias exhiben su indecisión de actuar, hasta que optan por huir del fuego y salen del sitio dejando a su suerte a las personas migrantes al interior.

Hasta ahora las autoridades no han expresado su postura al respecto, sin embargo, la acción del abandono habla mucho sobre la falta de protocolos ante este tipo de hechos, siendo la autoridad la responsable de la estadía y bienestar de estas personas al estar bajo su cargo en estos centros de retención, pero además expone su falta de humanidad, pues ¿qué persona deja a otra a su suerte en estas condiciones?

Estas personas, quienes habían sido retenidas tras un operativo horas antes, ni siquiera tuvieron la oportunidad de pensar ni decidir sobre su situación migratoria.

Millones de personas migran cada año de distas maneras. Por ejemplo, de acuerdo con el anuario de migración presentado en 2022 por BBVA y el Instituto Nacional de Migración, tan solo en 2020 llegaron a Estados Unidos poco más de 50 millones de personas, y ese mismo año el corredor de México-EU fue el corredor mundial más importante para la migración de personas.

En cifras más locales el anuario señala que, si bien la migración disminuyó durante la contingencia ocasionada por el COVID-19, la migración centroamericana y del Caribe a Estados Unidos se reactivó en 2021, año en el cual se registraron máximos históricos en México en presentaciones de migrantes ante el Instituto Nacional de Migración, con un total de 187 mil personas, logrando expedir ese mismo año alrededor de 87 mil de Tarjetas de Visitante por Razones Humanitarias y 58 mil otorgamientos de la condición de refugiadas en nuestro País a 58 mil personas.

Las cifras revelan que muchas otras personas optaron por no quedarse en México, pues su sueño es otro, hablando de condiciones de deportación a sus países de origen.

La muerte de estas 38 personas, y las imágenes de sus cuerpos apilados al exterior del centro del INM debe ser condenada socialmente, de la misma forma en la que se condenó, por ejemplo, la muerte Alan Kurdi, el niño refugiado sirio de solo tres años, cuyo cuerpo quedó a la orilla de una playa de Turquía, muerte derivada del intento de su familia a migrar, tras la crisis migratoria de 2015 por la guerra de Siria.

Ninguna muerte por el intento a migrar vale más que otra ni debe dejarse de lado. No debe olvidarse el inicio de estas palabras: todas y todos somos migrantes.

Todas y todos conocemos a alguien quien salió de su país en busca de mejorar sus condiciones de vida, y toda la persona que lo hace representa un ejemplo de valentía de dejar todo atrás para comenzar de nuevo.

Dejemos de criminalizar, pues incluso en nuestra historia, la migración ha sido parte de la mayoría de las familias mexicanas, desde hace más de 80 décadas.

Comencemos a exigir mejores condiciones para todas y para todos. Aprendamos sobre lo que viven otros Países para evitar repetir errores en los nuestros y luchemos por condiciones dignas para vivir tranquilamente en los sitios que nos vieron nacer y crecer.

Comprendamos de una vez por todas que nadie quiere dejar su hogar, pero quienes migran lo hacen porque lo necesitan.

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