Domingo, 05 de Mayo 2024

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Una sola ciudad (II)

Por: Juan Palomar

Una sola ciudad (II)

Una sola ciudad (II)

Un común orgullo y un deseo renovado de pertenencia: la mejor ruta para tener alrededor de nosotros una ciudad válida, lógica, justa, bella. Lo que va en contra de esta conciencia ciudadana no hace más que lastimar la vida urbana, quebrantar su unidad y su pertinencia. Una de esas dañinas nociones, llevadas a la práctica, es el pensar que Zapopan es una “ciudad” por sí misma, o que Tlajomulco es una ínsula aparte.

Algo esencial en las ciudades es la clara identificación de los entornos y edificaciones que mejor la caracterizan, que afirman a través del tiempo lo que la urbe ha construido, conservado, aprovechado por siglos: catedral y palacio de gobierno, Hospicio Cabañas y Hospital de Belén o Civil, barrios tradicionales y todos los entornos y construcciones de valía. De la identificación por parte de la población de la principal centralidad de la ciudad (y de las centralidades secundarias) como referencia clara, física y simbólica, depende la comprensión de quienes somos, hemos sido, queremos ser. El centro metropolitano, por ello, juega un papel esencial en las vidas de todos los habitantes de la Gran Guadalajara.

Es por lo anterior que la situación inercial que hemos padecido por décadas ya, en la que las centralidades de Guadalajara pierden gradualmente sus habitantes, constituye un reto no solamente para el ayuntamiento de Guadalajara, sino para todos los que constituyen la Zona Metropolitana. Por una serie de factores, entre los que destaca la decadencia de la calidad de vida en esos contextos, la miope ambición inmobiliaria y la sensación de inseguridad en que viven incontables familias muchos ciudadanos han optado por irse a vivir a los municipios periféricos. Es un hecho que es necesario encarar y revertir. Urge establecer entre la gente que la fuga aspiracional rumbo a los “cotos” los priva de aprovechar la gran riqueza de la ciudad tradicional.

Porque con las medidas adecuadas, que no son tan costosas, las viejas centralidades pueden recuperar niveles de habitabilidad muy satisfactorios. Y en ellas los habitantes pueden experimentar todos los beneficios funcionales, económicos y estéticos que, como un tesoro ahora dilapidado, encierran a pesar de todo las demarcaciones centrales.

Pero se requieren dos cosas principalmente: Una, hacer seguros, limpios y funcionales los entornos céntricos. Esto se logra simplemente con una buena administración municipal actuando en armonía y cooperación con los vecinos. El otro aspecto crucial es convocar con gran entusiasmo y facilidades a los desarrolladores más apropiados para que inviertan y hagan sanos negocios reconvirtiendo propiedades para generar vivienda y haciendo vivienda nueva de calidad. Ya hay algunos ejemplos de ellos, por ejemplo en Mexicaltzingo o en ciertos casos de la Colonia Americana.

La ciudad de Guadalajara es una ciudad extraordinaria. Basta con contemplarla y medirla adecuadamente. Basta haber viajado para tener los parámetros adecuados. Es imperioso redescubrirla y saber que podemos aspirar a repoblar con grandes ventajas los entornos centrales para albergar vidas más plenas y solidarias con la ciudad, que es una sola.

jpalomar@informador.com.mx

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