Sábado, 27 de Abril 2024

Las veces que Chapala estuvo a punto de secarse

Ante la crisis reciente de agua, es importante recordar las épocas en las que el lago de Chapala estuvo al borde de la sequía 

Por: El Informador

Chapala, actualmente, se encuentra a menos de la mitad de su capacidad. EL INFORMADOR/ ARCHIVO

Chapala, actualmente, se encuentra a menos de la mitad de su capacidad. EL INFORMADOR/ ARCHIVO

Actualmente, México y también Jalisco padecen una crisis de agua, pero hubo un momento en nuestro estado en el que esta fue alarmante, y que amenazó incluso la existencia del lago más grande del país. 

Hubo años en los que las aguas de Chapala retrocedieron tanto que los niños jugaban fútbol sobre las mismas planicies largas donde alguna vez florecieron los lirios, y los pastizales repentinos quedaron a merced del ganado, los caballos, y los proyectos inmobiliarios.

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Hubo épocas en las que las embarcaciones que antes flotaban sobre el temblar de su propio reflejo quedaron encalladas en el naufragio de la tierra seca. Hubo temporadas en las que los pescadores no sacaban con sus redes más que recuerdos, lo que a su vez ocasionó éxodos a otros sitios de la República, al extranjero, pues ya no había lugar para la vida en aquellas riberas secas.

Así fueron las ocasiones en las que Chapala estuvo al borde de la sequía. 

Cuando Chapala estuvo a punto de secarse

En 1953 llegaron los primeros informes de que el lago de Chapala se estaba secando. La cuenca hidrológica Lerma-Chapala-Santiago presentó un descenso en su volumen como nunca antes se había visto. Los temporales de lluvia anuales no aportaron mucho a la situación con sus tormentas raquíticas, y para 1955 la crisis era innegable. 

Las repercusiones alcanzaron la zona metropolitana, lo que sólo resaltaba lo evidente: Guadalajara necesitaba de Chapala, desde entonces y hasta siempre, para existir. Sin agua, la generación de electricidad por parte de las plantas del río Santiago disminuyó, por lo que la ciudad no sólo sufría de escasez de líquido, sino también de apagones y cortes de luz continuos. Esto a su vez ocasionó protestas en la Plaza de Armas, en las que mítines de obreros, amas de casa y comerciantes exigían tanto luz como agua, pero la realidad era que, sin el líquido, las plantas hidroeléctricas desperdigadas a lo largo del río Santiago no podían generar electricidad. En cuestiones de economía, las inversiones en el sector industrial se anularon.

Se volvió común ver a los caballos pastando por donde antes había agua. ESPECIAL

El gobierno recurrió a medidas desesperadas. Fue necesario desorientar las aguas de las presas de Guanajuato rumbo a los cauces vacíos de la cuenca del río Santiago, y así sortear de cualquier modo los percances generados por las ausencias de la luz. Por su parte, la Comisión Federal de Electricidad se vio obligada a colocar en la parte norte de Chapala, donde se acumulaba el agua, cientos de bombas operadas manualmente para sacar agua de donde fuera posible. 

En la ribera la situación era crítica. El lago registró el almacenamiento más bajo en su historia, con tan sólo el 12 por ciento de su capacidad total. Era posible llegar a pie a a la Isla de los Alacranes -según Google Maps, esta se encuentra a tres kilómetros de distancia del malecón de Chapala-. La pesca básicamente desapareció, por lo que cientos de familias se vieron forzadas a moverse a las incertidumbres de la metrópoli, o al futuro incierto y lejano de los Estados Unidos. 

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Comprendiendo que no había poder humano capaz de mitigar la sequía, los tapatíos recurrieron entonces a los recursos infalibles del otro mundo. Fue así como el lago de Chapala fue encomendado a la autoridad de la virgen de Zapopan, y en junio de 1955 se concovó a que todos los templos de la urbe rezaran al unísono del cielo por la salvación del lago. El arzobisbo de entonces, José Garibi Rivera, se comprometió a llevar a la virgen de Zapopan a admirar las riberas resplandecientes de lirios en caso de que cumpliese el milagro.

Lo hizo. Pocos meses después, arribaron las tormentas. Lluvias torrenciales, borrascas repentinas, vientos que más bien parecían corresponder a un mar encabritado, y que dejaban en el corazón de los pobladores los estropicios de un huracán. La gente deseaba que escampara del mismo modo desesperado en el que meses atrás imploraban a los cielos que llegaran las lluvias. Para 1956, Chapala ya se había recuperado por completo. Los tapatíos lo consideraron un milagro. 

Aspecto de Chapala posterior a su recuperación. EL INFORMADOR/ARCHIVO

Chapala al día de hoy 

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Chapala no se ha recuperado del todo. Durante el periodo de finales de los 90 a principios de los 2000, también hubo un periodo de sequía severa que hizo retroceder al lago de una manera considerable. Actualmente, el lago de Chapala se encuentra a menos del 50% de su capacidad, y el panorama no luce muy prometedor ahora que nos adentramos a la temporada de calor y de sequía. 

FS

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