Martes, 26 de Noviembre 2024

El día que Salvador Allende visitó la Universidad de Guadalajara

Un año antes de su derrocamiento, Salvador Allende proclamó en la UdeG el que él consideraría su discurso más grande, con la frase "Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica" 

Por: Fausto Salcedo

Salvador Allende llegó a decir que en la Universidad de Guadalajara dio su discurso

Salvador Allende llegó a decir que en la Universidad de Guadalajara dio su discurso "más grande". EL INFORMADOR/ ARCHIVO

Salvador Allende visitó la Universidad de Guadalajara el 2 de diciembre de 1972. Iba acompañado del presidente de México, Luis Echeverría, y de su esposa, la primera dama María Esther Zuno, hija de uno de los fundadores de la nueva universidad. 

Fue una visita contrariada, considerando que Allende enarbolaba un discurso socialista, y que México había utilizado todos los recursos que tuvo disponibles para reprimir a fuego y sangre cualquier insurrección en sus tierras. Apenas pocos años atrás habían sucedido la masacre de Tlatelolco del 68 y el "Halconazo" de 1971, y muchos de los jóvenes asesinados en aquellos episodios de infamia habían defendido hasta la muerte la lucha socialista que a Allende lo había llevado al triunfo en Chile.

Salvador Allende junto con Luis Echeverría; se puede apreciar al fondo el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, y el Puente de la Normal. 
Salvador Allende y Luis Echeverría en el auditorio de la Universidad de Guadalajara. EL INFORMADOR/ ARCHIVO

El propósito desatinado de las guerrillas mexicanas de la época y de los movimientos de disidencia, que en ningún momento consideraron la lógica de la geopolítica, el terror del estado, y mucho menos la vecindad de los Estados Unidos, era instaurar un régimen socialista en México en unas circunstancias que eran imposibles. 

El gobierno de Luis Echeverría, presidente de entonces, no tenía como característica la paz, sino una inclinación al autoritarismo y la represión. Su participación en la masacre de Tlatelolco había sido determinante. Nadie fue más feroz que él durante el periodo histórico conocido como la "Guerra Sucia", que dejó miles de desaparecidos, incontables ejecuciones extrajudiciales, y un número desconocido de muertos en México.

Lo mismo en la propia Universidad de Guadalajara, que en aquellos años estaba liderada por la Federación de Estudiantes, y que se encargó de reprimir todos los movimientos estudiantiles en la casa de estudios con el amparo del gobierno local y del mismo Echeverría.

"Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica" 

EL INFORMADOR/ ARCHIVO

De modo que, en términos reales, la visita de un presidente socialista a un país y a una universidad bajo esas condiciones de represión, carecía de sentido.  En todo caso, Allende pisó el auditorio del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades en medio de una comitiva de catedráticos destacados, políticos intachables, diplomáticos de cuello blanco, y una tolvanera de jóvenes radicales, insensatos, y con los corazones torcidos con el deseo de reformar el mundo para siempre.

Salvador Allende diría después que el discurso que dio aquel día fue el mejor de su vida. Habló de la obligación de las universidades con los pueblos y la dignidad de la clase obrera, de las injusticias de América Latina, del subdesarrollo de nuestros países, y el autoritarismo del norte global.

Quizás no llegó a comprender nunca que en ese auditorio, frente a cientos de universitarios, ante un presidente despótico, teniendo como testigo a los matones de la Federación de Estudiantes, Salvador Allende dijo su frase más grande, más irrefutable, y que quedó marcada para siempre en una efigie a las afueras del auditorio que después de la visita habría de llevar su nombre: "Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica". 

Salvador Allende durante su discurso en la Universidad de Guadalajara.
Universitarios durante la visita de Salvador Allende; se puede apreciar en la imagen el Puente de la Normal. 

Allende, el presidente socialista 

Salvador Allende fue una personalidad de su tiempo. Fue el primer presidente abiertamente socialista que llegó a la presidencia por la vía democrática, y con el cariño indiscutible de su pueblo. Modificó las leyes para y por los chilenos, reformó la economía y expropió los recursos naturales de su tierra, pero se echó el alacrán al cuello al tener en contra a los militares, a la rancia oligarquía chilena, y a los gringos impacientes de derrocarlo.

Allende era hombre de talante pacífico, con su aura de doctor metódico, lentes románticos, y su virtud más grande era que las embestidas furiosas de su discurso y sus propósitos políticos adquirían un matiz irrefutable con su oratoria de poeta. 

Salvador Allende se despidió de Guadalajara agradeciendo a los universitarios por comprender el drama de su patria, y aseguró que México era amigo de Chile, de su patria.  La vida no le dio tiempo para llevar a su país a donde él quería. Casi un año más tarde, el 11 de septiembre de 1973, Chile amaneció sacudido por un golpe de Estado que puso a los militares en las calles y cimbró a la nación entera en estado de emergencia.

Salvador Allende durante el ataque al Palacio de la Moneda. EL INFORMADOR/ ARCHIVO

El Palacio de la Moneda fue bombardeado, y Salvador Allende fue fotografiado por última vez portando un casco de solado, con un rifle en la mano, mirando al cielo, y rodeado de los últimos hombres que no le habían dado la espalda. Su defensa duró unos pocos minutos. El presidente socialista fue derrocado, y asesinado en un intercambio de disparos certeros y fulminantes que luego fueron catalogados como suicidio. Tenía 64 años.

En su lugar llegó Augusto Pinochet, instaurado por los gringos, y la oligarquía chilena. Se desgarró la democracia. Vendrían tiempos oscuros para Chile, y para el resto de los países de América Latina. 

FS
 

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