Miles de devotos llenaron la explanada y el interior de El Santuario para celebrar un nuevo cumpleaños de La Guadalupana, agradecerle por los milagros hechos y pedirle que se hagan realidad otros más.Entre los fieles estuvo María, en cuyo rostro aún latían las huellas de las lágrimas que derramó por el nacimiento de su nieta, luego de que los doctores pronosticaban lo peor para la bebé de apenas cuatro meses. “La Virgen nos dio el milagro más grande de todos: que mi nieta está viva”.“Los doctores nos decían que era un embarazo de riesgo, que no se podía salvar a las dos: era mi hija o la bebé. Pero, mira cómo actúa la Virgencita, un doctor que se llama José y una enfermera que se llama María nos dijeron que iban a hacer todo lo posible para salvar a las dos, y así fue. Mi nietecita ya tiene cuatro meses y mi hija está aquí, con nosotros. Entonces vinimos a agradecer el milagro”, narró mientras la nueva integrante de la familia Castañeda sonreía, como si supiera que hablaban de ella.Marta Rodríguez, de 78 años de edad, estoica y con paso firme, los seguía detrás. Este año tuvo un accidente en el que se rompió el cartílago de la rodilla, lo que le impidió caminar por siete meses. Pero con la articulación vendada y un bastón de metal que sostenía su paso, agradeció a la Guadalupana el milagro que le concedió de volver a caminar. “Le supliqué a la Virgen que, por lo menos, me quitara el dolor de la rodilla porque era mucho, pero la ‘Morenita’ es bondadosa y me dio mucho más que eso: me hizo el milagro y me dio fuerzas para levantarme y venir a verla”, compartió.En la Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México, millones de peregrinos compartieron diversas historias de fervor.Natasha, migrante que quiere llegar a Estados Unidos antes de la Presidencia de Donald Trump, le pidió a la Virgen de Guadalupe que le haga “el milagro” de conseguirle una cita para entrar a ese país. Mientras tanto, vende rebozos para juntar algo de dinero antes del sueño de cruzar la frontera Norte.Como una forma de agradecerle a la “Morenita” por ayudarle a su padre a vencer el cáncer hace 10 años, Miguel Ángel Peña regala cada año alimentos a los peregrinos. “Hasta que Dios y la Virgen nos permitan vida vamos a seguir haciéndolo”, afirmó, mientras entregaba tacos de canasta con su hija.Tadeo Islas caminó unas 17 horas desde Tlaxcala, en ayunas y con una camisa sin mangas, pese al frío, en ofrenda a la Virgen que hace siete años lo ayudó a sanar tras un accidente. “Llegas con los pies inflamados, te duele, pero cuando entras (a la Basílica) te gana el sentimiento y dices ‘aquí estoy, cumplí’”. CT