Jueves, 15 de Agosto 2024
Suplementos | XVII domingo ordinario

Evangelio de hoy: “Hasta la última boca”

Confiemos en el plan de Dios, no estamos olvidados y todos seremos saciados 

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«Tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron». WIKIPEDIA/«Milagro de los panes y los peces», de Giovanni Lanfranco

«Tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron». WIKIPEDIA/«Milagro de los panes y los peces», de Giovanni Lanfranco

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

2 Reyes 4, 42-44

En aquellos días, llegó de Baal-Salisá un hombre que traía para el siervo de Dios, Eliseo, como primicias, veinte panes de cebada y grano tierno en espiga.

Entonces Eliseo dijo a su criado: "Dáselos a la gente para que coman". Pero él le respondió: "¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?"

Eliseo insistió: "Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el Señor: 'Comerán todos y sobrará' ".

El criado repartió los panes a la gente; todos comieron y todavía sobró, como había dicho el Señor.

SEGUNDA LECTURA

Ef 4, 1-6

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también una sola es la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.

EVANGELIO

Jn 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?" Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?" Jesús le respondió: "Díganle a la gente que se siente". En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien". Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos.

Entonces la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: "Éste es, en verdad, el profeta que habría de venir al mundo". Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.

“Hasta la última boca”

En el evangelio de hoy, Jesús quiere que seamos saciados. En nuestras vidas hay veces que nosotros queremos más de lo que podemos mascar, sin embargo, como el banquete se ve abundante y pensamos que tenemos una boca del tamaño de una montaña y el estomago del tamaño de un cuerpo celeste, nos negamos a aceptar lo que se nos pone en la mesa en un principio, cuando vemos un banquete enfrente de nosotros, con abundantes sabores y llamativos colores, nos dejamos llevar por el pecado de la gula y sin pensarlo queremos llevarnos todo, pero, ¿qué nos dice este pasaje?

No hablamos meramente de alimento corporal, ya que, está escrito: “No solo del pan vive el hombre, si no de toda palabra que sale de la boca de Dios”, lo cual nos invita a reflexionar muchas cosas, como es que a veces queremos mucho, más de lo que podemos procesar, y hay veces que queremos más de lo que necesitamos, es como cuando comemos demasiado que sufrimos el riesgo de una indigestión, a veces no estamos listos para tomar una gran responsabilidad porque simplemente, no es el momento.

Hay que dejar de guiarnos en nuestro propio entendimiento y en nuestros propios deseos, y preguntarnos si realmente es el momento y si no necesitamos un crecimiento personal más profundo, ¿Qué es lo que Dios quiere para nosotros? ¿Realmente estamos listos para tomar esta responsabilidad?

Es el mismo caso con la palabra de Dios, a veces necesitamos adquirir más conocimientos para poder leer mejor la palabra de Dios, también necesitamos más momentos de oración y meditación para poder entenderla.

En este pasaje también Jesús pone a prueba a su discípulo haciéndole una pregunta, como si Dios necesitara hacernos preguntas, pues el lo sabe todo, ¿qué maestro no pondría a prueba a sus discípulos?

Si me permiten decirlo, la paciencia no es una virtud, si no la más importante de las virtudes, aquí se nos deja en claro que las personas hambrientas tuvieron que esperar, Jesús mismo repartió el pan y el pescado a algunos que se sentaron a comer, y los que estaban a un lado solamente se quedaron a observar como los que tenían pan y pescado se lo devoraban hasta el ultimo bocado, ellos obviamente no sabían lo que iba a pasar después, ellos pensaba que se quedaron sin comer, sin embargo, seguramente hubo incertidumbre y posiblemente sentimientos entre todos, pero después, pasó el milagro, y todos los ahí reunidos gozaron de pan y pescado, hasta la ultima persona comió, hasta que estuvieran saciados, y comieron lo suficiente.

Esto nos invita a confiar en el plan de Dios, saber que no estamos olvidados y que todos seremos saciados en su debido momento, no hay que enfocarnos en lo que tiene el prójimo porque lo bueno todavía esta por venir para nosotros. Dios nos llenará a todos por igual, mientras tanto, debemos seguir creciendo espiritualmente para poder recibir su regalo de la mejor manera y así aprovechar hasta la última migaja.

El verdadero poder de Dios

La película de Tom Shadyac que protagoniza Jim Carrey, Todopoderoso (Bruce Almighty), nos propone de una manera divertida una pregunta que puede ayudar a entender el evangelio de San Juan que hoy leemos. ¿Qué haría yo si tuviera el poder de Dios? ¿Qué construiría? ¿Qué cambiaría en el mundo? Igual que en la película, la respuesta puede ser divertida.

Jesús quiere responder a esa misma pregunta: ¿en qué consiste el poder de Dios? En este ciclo litúrgico que corresponde a la lectura del evangelio de San Marcos, se abre un paréntesis para leer el evangelio de Juan durante cinco domingos y sentir así la hondura de su respuesta.

El signo de Jesús, la multiplicación de los panes, está rodeado de símbolos que hacen referencia al Antiguo Testamento: lleva a la multitud a un lugar desierto, un lugar que significa el encuentro con Dios. Multiplica los panes como hace el profeta Eliseo en la primera lectura, dejando clara la superioridad de Jesús - con las canastas llenas del final. Alimenta al pueblo con el pan, como el maná.

Sin embargo, hay que constatar que Jesús muestra el verdadero poder de Dios con dos gestos: el primero, reúne al pueblo en el lugar de encuentro con Dios. El segundo, se ofrece a sí mismo como pan del cielo. Estos son los dos caracteres centrales del poder de Dios según Jesús. Esto es lo que Él quiere hacer: congregar a todos y ofrecerse como alimento. En esta lectura, Jesús no ha mostrado todavía su intención de proponerse como pan del cielo. Lo hará más adelante, pero el gesto de la multiplicación de los panes ya lo prepara.

Jesús no deja lugar a ninguna confusión: no se trata de ningún proyecto político, puesto que se niega a ser coronado rey. No se trata de romper las cadenas de opresión ni nada semejante. Se trata de enseñarle al pueblo a vivir de otra manera, enseñar a las personas a ser pan, como Jesús, tal como lo dijo el obispo Pedro Casaldáliga: “comiéndote sabremos ser comida”.

Rubén Corona, SJ-ITESO
 

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