El amor no tiene edad ni caduca… parejas con muchos años de matrimonio atribuían haber permanecido juntos a que en esos tiempos nada era desechable, su enseñanza era que cuando algo se estropeaba se hacía todo lo posible y hasta lo imposible por repararlo.Personas a quienes los golpes de la vida les enseñó a crecer con toques suaves en el alma y creyeron siempre en el amor.Es triste hablar de la identidad que se va perdiendo junto con un pasado efímero entre valores que se desechan. Sin comparar personas con objetos, a mediados del siglo pasado cuando apreciábamos los placeres sencillos de la vida, nos resistíamos a desechar los papelitos plateados de los chocolates, guardábamos el primer mechón, los ramilletes espirituales y los dibujos, los corchos de las botellas, las llavecitas de las latas, los goteros de los medicamentos y por supuesto la flor que envejecía entre las páginas del libro consentido.Todo era guardable, los periódicos atrasados servían para absorber cualquier líquido en el piso, para limpiar vidrios, para madurar los aguacates, para envolver y proteger lo delicado… todo era guardable, no nos resignábamos a que terminara su vida útil. Hoy día en que todo es desechable son tristes y preocupantes los sucesos de violencia en el mundo, es urgente para todas las sociedades el mandamiento del amor… Ojalá logremos cerrar la fisura de lo desechable y rescatar la herencia de lo no descartable, y así fortalecernos con principios fundamentales de la unión y convivencia familiar.Hoy mi columna se engalana con parejas que creyeron y mantuvieron su amor, sostuvieron con empeño el depósito de tradiciones.