Miércoles, 04 de Diciembre 2024
Cultura | Museos

Episodios tapatíos: las muertes y renacimientos de Guadalajara en una exposición

los maestros Laura Ayala y Carlos Vargas Pons, exponen la muestra de pintura “Episodios tapatíos”; ella, curadora y él autor, reflexionan las transformaciones de las ciudades

Por: Osvaldo Rondan

El Museo de la ciudad en Guadalajara el Museo recibe “Episodios Tapatíos” luego de finalizar su propia secuencia de optimizaciones y restauraciones. ESPECIAL/ Cortesía

El Museo de la ciudad en Guadalajara el Museo recibe “Episodios Tapatíos” luego de finalizar su propia secuencia de optimizaciones y restauraciones. ESPECIAL/ Cortesía

-¿Desde cuándo está ahí?, -pregunta una niña a su mamá frente a la Catedral de Guadalajara. -Desde antes de que tu abuelo naciera, imagínate. -¡Uy! Entonces ahí va a seguir luego de que muramos.

Un tercero que las escucha, voltea a ver el resto del Centro Histórico y se estremece, desprovisto de una mirada que capte los elementos de la ciudad, que estuvieron antes y estarán después de él. Porque escapan a la percepción inmediata de sus sentidos.

No obstante, a 800 metros de distancia, en el Museo de la Ciudad, los maestros Laura Ayala y Carlos Vargas Pons, exponen la muestra de pintura “Episodios tapatíos”; ella, curadora y él autor, reflexionan las transformaciones de las ciudades gracias a las sucesivas generaciones de vidas que contienen. En este caso, a través de una pictórica lotería de 14 óleos que retoman las figuras de notables tapatíos (por nacimiento o por adopción) y sus respectivos y eternos legados.  

Guadalajara muere y renace con cada generación de habitantes; cuyos sentidos, lógicamente, son rebasados por la ciudad, las múltiples dimensiones de su espacio y los también múltiples momentos del tiempo. 

Para que el relato expuesto pudiera leerse con palabras, la curadora Laura Ayala cita “Las Ciudades Invisibles” de Italo Calvino: 

"Hay que guardarse de decirles que a veces ciudades diferentes se suceden en el mismo suelo y bajo el mismo nombre, que nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicables entre sí.”

De esta forma, “Episodios tapatíos” ofrece una panorámica de Guadalajara que invita a afilar la mirada y captar las partes que escapan a los sentidos: tanto las secuencias de su tiempo, como las estructuras de su espacio. El estremecimiento se va. 

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Enfoques

Ante cualquier reflexión que pueda producir la exposición, la curadora Laura Ayala Castellanos resulta más generosa; en entrevista, puntualiza los enfoques: 

El rescate de la génesis de la ciudad; la revisión de las conductas de Guadalajara y cómo han evolucionado hasta cambiar, también su identidad (mejor dicho, sus identidades); y el anhelo de un reconocimiento a los personajes cuyos “formidables proyectos” simbolizan los episodios medulares de la metrópoli. 

“La idea es generar curiosidad en el relato. Te invita a sembrar cuestionamientos para que las personas se atrevan a buscar. Ofrece sin volcarse completamente, sin darlo todo, te invita a cuestionar sus enfoques y detalles. De esta forma, fomenta la inquietud y curiosidad respecto a los episodios abordados en el relato, la técnica empleada por el artista y los personajes”. 

Cuando la maestra explica que las obras expuestas no obedecen a formatos históricos sino simbólicos e incluso lúdicos, ejemplifica su intención de ofrecer libertad interpretativa: 

“Cada pieza tiene elementos mezclados de lo estético y lo poético. Rinde homenaje a la ciudad, su génesis y a los dignos herederos de su legado. Es una invitación abierta, sin dirección o elementos digeridos, a que la gente abrace la realidad y anhelos de esta ciudad, de la Metrópoli que queremos”.

Precisamente para preservar el espíritu de libertad interpretativa en “Episodios tapatíos”, la curadora no hizo una cronología o la presentación de “personajes totales”; es más, los personajes más remotos que presenta la exposición coquetean con símbolos, elementos fantásticos y emocionales, e incluso divertimentos. 

Muestra de ello, la representación que el maestro Vargas Pons hace de Fray Antonio Alcalde al imprimirle un aire legendario que lo aproxima al fray Antonio que pintó José Clemente Orozco en la Capilla Mayor del Hospicio Cabañas; o la pintura de Beatriz Hernández, a quien retoma con la forma alegórica que identifica a la escultura de la fundadora, esculpida para estar a ras del suelo,  de pie sobre la Plaza Tapatía. 

Técnica 

La conversación con la curadora produce la imagen del fino entrelazado que hizo con el maestro pintor sobre la trama de su propuesta: paralelas, la poética y estética, son verticalmente trazadas por la técnica. 

La revisión por parte del artista visual posee una técnica de principios del siglo XX adoptado en la muestra como apropiación del pasado, solicita especial atención en el tipo de pincelada “sobria, monocromática, fina y sutil en el cambio” con la que el artista desarrolla las piezas. 

Observemos con atención los cambios mínimos de color; la proeza de las luces al danzar con el tiempo; y las evocaciones de paisajes impresionistas. 

Cuando la curadora Laura Ayala Castellanos propuso al pintor Carlos Vargas Pons agregar nuevos personajes para expandir la revisión de su muestra rica en perfiles conectados con la Iglesia Católica, (naturales fundadores y diseñadores en países y ciudades históricamente religiosos), no sólo secularizó la exposición, también la escindió, con elocuencia, para abrirla al modernismo. Así pues, podemos ver retratos de Luis Barragán y el doctor Antonio Ayala Ríos.

“Desarrollar el concepto y los aspectos filosóficos de una concepción es una de las ventajas que ofrece la relación constante y de confianza al trabajar en equipo con un artista activo”.

Trabajo en equipo 

“Es lo que puede y debe hacer el curador, seleccionar o producir conjuntamente desde cero; pero también debemos trabajar desde el plano de la factibilidad, como gestor y gerente, saber costos, conocer los espacios y conciliar lo material con lo conceptual. Resolver”.

“Carlos me visitó para volver a trabajar juntos. Las relaciones de confianza que no quedan en el olvido, permiten en gran medida sugerir al artista, como en este caso, la posibilidad de llevar la exposición en un sentido que abarcaba más personajes”.

Esta no es la primera ocasión que ambos hacen trabajo en equipo para complementar ideas y conceptos, en 2016 reunieron 28 piezas que sumaban entonces 20 años de la trayectoria artística del pintor para consolidar la muestra Pasión es passio en el Museo de las Artes (Musa), de la Universidad de Guadalajara.

Entonces Laura Ayala Castellanos, llevaba la Coordinación de Exposiciones y Educación del Musa, y como curadora de la exposición enlistaba las temáticas contempladas en cada sala intervenida: arquitectura, el movimiento, los espacios y la extraordinaria vida de los santos.

En esa exposición ella sugirió la inclusión de una santa, la mística y teóloga Santa Teresa de Ávila. Así el maestro pintor, destacado por su revisión de la fe, incluyó y colocó la figura junto a sus interpretaciones de San Francisco de Asís y Maximiliano Kolbe cuya leyenda lo motivó a investigar su heróica vida: 

“Los santos son los grandes héroes, no se andan con medias tintas, son el testimonio del triunfo de la moral aquí en la tierra. Personas que han encontrado la verdadera realización a través de donarse enteramente a Dios y a nosotros, sus hermanos”, dijo entonces en entrevista radiofónica. 

Arte y espíritu 

El maestro Vergas Pons posee un firme compromiso con la fe, sus figuras e instituciones, y lo comparte en su obra. Giotto fijó en su mente uno de sus cuadros donde describe los estigmas de San Francisco de Asís, de forma tal que le significó fuente de inspiración para lanzarse a configurar su apropiación del universal género sacro pero con explosión de técnicas propias de un artista inquieto que investiga al movimiento en sí mismo; explora al elemento agua en la plástica; trabaja con la mancha y el hiperrealismo, figurativo, abstracto o un tanto de ambos. Y en su técnica convoca las luces de  Sorolla, Caillebotte, Demuth, pero con el recuerdo vigente de sus maestros: Enrique Ruíz Rojo, José Fors y David Birks.

El recinto

Sobre la sala ofrecida por la directora del Museo de la Ciudad, Patricia Urzúa, la maestra Ayala cuenta que han aprovechado su entorno para que sea el espacio del recinto, el que determine la exploración de las piezas, caracterizadas por su serenidad, y similitudes como colores, luces y técnicas.

En tanto, cuidan la perspectiva de las visitas, permitiéndoles descansos visuales para su disfrute y justo respiro en cada obra.

No pudo haber mejor lugar para esta muestra que el Museo de la Ciudad cuyas salas y vocación, poseen los rastros de las diferentes evoluciones y vidas de Guadalajara. Al comienzo de este año, el Museo de la Ciudad estrenó su segunda etapa de remodelación, con la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia y Cultura Jalisco, para preservar y cuidar su valor cultural. 

Oportunamente, el Museo recibe “Episodios Tapatíos” luego de finalizar su propia secuencia de optimizaciones y restauraciones. Al tratarse del recinto más ad hoc para recibir la muestra, la maestra Ayala Castellanos no duda en enfatizar que, si bien amerita rigurosidad, la fluidez con las que un proyecto honesto se desenvuelve y toma curso, transita provisto de un tipo de magia emparentada con el arte; el arte que, finalmente, es la trama sobre la que ambos maestros vuelven a entrelazar su propuesta conjunta. 

CP

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