Mezclar a México, la Segunda Guerra Mundial y a Antoine de Saint-Exupéry, fue el reto que tomó el escritor Joaquín Guerrero Casasola para su nueva novela “La desaparición del Principito”, trama que explora facetas de la guerra y el exterminio desde las vivencias de “Aurelio” y “Efrén”, personajes que, en su búsqueda por un peculiar ejemplar de “El Principito”, se embarcan en un tránsito donde las pasiones, la ambición y la violencia están a la orden del día.Joaquín Guerrero Casasola -ganador del Premio de Novela Ventosa-Arrufat y Fundación Elena Poniatowska Amor por su novela “El método Kandinsky”- se confiesa como un autor caótico en su proceso de escritura y aunque nunca tiene una esquema predeterminado de hacía dónde irá su historia, relata cómo fue encontrando el sentido de “La desaparición del Principito” y cómo abordaría a la Alemania nazi desde miradas poco comentadas cuando se tiene a la Segunda Guerra Mundial como contexto y cómo ésta tocaría tierra en el gobierno de Manuel Ávila Camacho ante la entrada de nazis a México.“Mi idea muy simple era que alguien se robara un libro de una casa, que ese libro trajera un montón de problemas a su vida y complejidades”, comenta Guerrero Casasola -autor de “Ley Garrote”- al señalar que para dar inicio a esta nueva ficción tendría que enfocarse en una obra capaz de adaptarse a las aventuras de los personajes.“El libro iba a definir la historia de mi novela, no es lo mismo si se roba ‘Las mil y una noches’, que ‘Cien años de soledad’, la historia hubiera sido muy diferente, porque yo quería hablar del libro que se roba, de lo que implica, de la época en que se escribió, de su autor”, detalla el escritor al revelar cuáles fueron los pilares que finalmente dieron la estructura de “La desaparición del Principito”.“Me pareció que tenía que ser un libro con un mensaje humanista profundo, pero dicho de una manera sencilla. Otra virtud que necesitaba es que ese libro hubiera marcado a muchas generaciones y ‘El principito’ tiene todo eso, es un libro que está traducido a más de 200 idiomas, tiene una sencillez en el lenguaje, pero una complejidad en cuanto su contenido”.Otra miradaJoaquín Guerrero Casasola puntualiza que tras reencontrarse con “El Principito”, progresivamente fue añadiendo los contextos que lo envolverían no solo a través de los ojos de sus protagonistas, pues Antoine de Saint-Exupéry también se sumaría con una voz importante para navegar por otros misterios como la de su desaparición.“Su avión se pierde en el mar al final de la Segunda Guerra Mundial y eso me empezó a dar todo un abanico de posibilidades para escribir esta novela. No quería valerme de una obra para montarme encima de ella, sabía que si ‘El principito’ aparecía en la portada, podría ser una cosa llamativa, pero quería tener un respeto a la obra y al autor, sí me propuse en ahondar profundamente en el contenido de la obra original y que estuviera salpicada y presente en los personajes, las circunstancias, en los claroscuros humanos que iban teniendo”.Joaquín Guerrero Casasola destaca que otro propósito inamovible en “La desaparición del Principito” sería la perspectiva de la guerra: “ya que voy hablar de ‘El Principito’ y del autor, sería inevitable hablar de los nazis, de la Alemania nazi, dije que no quería hablar del holocausto, de los campos de concentración, ni de los hornos, porque ya se ha hablado mucho y a cada rato hay películas. Sí comprendo y comparto el horror de un holocausto y de seis millones de judíos muertos de esa forma y de los millones que murieron en la guerra”.¿Quieres saber más?Si quieres tener más contenido, más imágenes y aún más noticias, entonces descarga INFORMAPlus, la aplicación digital de EL INFORMADOR, donde tenemos materiales exclusivos para tí.Descarga la aplicación y pruébala GRATIS por treinta días.Si eres suscriptor de EL INFORMADOR tu acceso está incluido, solicítalo al 33 3678-7777.Para iOS: https://apple.co/35jaVgbPara Android: https://bit.ly/3gwVSEV