La cinta mexicana “Un lugar llamado música”, ópera prima del director Enrique M. Rizo, la cual es un documental sobre el peculiar encuentro musical entre un violinista Wixárika proveniente de la comunidad de Santa Catarina, Jalisco, y un reconocido compositor neoyorquino, llega este fin de semana a la Cineteca FICG.El filme muestra a Daniel Medina, un músico Wixárika, quien lleva a cabo una colaboración con el compositor Philip Glass en la que por primera vez su música tradicional es tocada acompañada por un piano. A pesar de no hablar el mismo idioma, Daniel y Philip son capaces de crear un lugar en común en donde sus espíritus se pueden encontrar y entender su música.El proyecto fílmico contiene música en vivo de ensayos y presentaciones que ocurren en destacados recintos de México y Nueva York, y dicha música sólo se escucha en ceremonias tradicionales Wixárika, pero esta vez con una adición sin precedentes: un piano de cola. “Es un documental (cuya) historia me encuentra en los preparativos de un concierto en Bellas Artes, pues mandando carpetas y propuestas, logramos conseguir el acceso para lograr filmar un concierto de Philip Glass en el cual estaba celebrando sus 80 años de edad. Y nos dimos cuenta que para Philip era muy importante la presencia de dos músicos (Daniel y Erasmo Medina) con los que llevaba colaborando desde hace años, los cuales son de la comunidad de Santa Catarina, en la sierra Wixárika”, comparte el director en entrevista con EL INFORMADOR, quien expresa que esto a él y su equipo les despertó el interés de conocer el trasfondo de este hecho, pues no es tan común que en un lugar como Bellas Artes se presente música indígena.“Y ya que conocimos a Daniel y a Erasmo nos llamó mucho la atención lo que representan y lo arraigados que están en su tradición, así que eventualmente le damos la vuelta a nuestra pregunta inicial y nos comenzamos a preguntar qué es lo que Daniel y Erasmo ven en Philip Glass y por qué para ellos es importante la colaboración, así que ese cuestionamiento nos abrió una serie de capas y de matices, por lo que un proyecto que era de tres a cinco meses, se convirtió uno de cinco años”.Cuando Enrique conoció a estos músicos Wixárikas, ellos ya llevaban tocando con Philip aproximadamente dos o tres años, “pero antes hicieron una amistad que comenzó con trabajo en la naturaleza y el abuelo fuego. Ya habían hecho un concierto en Real de Catorce, pero esta era como la oportunidad de Glass para demostrar (esta unión) para el resto del país y qué mejor que Bellas Artes”.Sobre el desarrollo de la narrativa y los retos que implicó, confiesa Enrique que después de unos años de impulsar el proyecto, entendió que la música era el eje y vínculo central para poder contar su historia, “y al final el documental habla de la relación y la conexión entre dos hombres que son músicos, que como creativos ellos al final encuentran la forma de crear este lugar donde se entienden y donde sus espíritus se encuentran. Entonces, fue maravilloso poder explorar la música, aunque obviamente hay complejidades porque la música Wixárika está en un idioma bien difícil de traducir, además, el Wixárika en su música tiene más carga poética, así que fue un viajecito de dos años el poder traducir esto e interpretarlos a la forma en la que se ve en pantalla”, finaliza el cineasta.Enrique M. Rizo es un cineasta basado en la Ciudad de México con un ávido interés en contar historias de calidez humana. Después de pasar casi una década trabajando con algunos de los mejores cineastas mexicanos en documental y ficción, Enrique aprovechó la súbita oportunidad de dirigir su primer documental al encontrar una historia en medio de los preparativos de un concierto. Aparte de su documental, titulado “Un lugar llamado música”, Enrique está desarrollando la serie de televisión “Monstruos Perfectos” en conjunto con Pimienta Films y Endeavor Content.AGÉNDALO
