Desafortunadamente, el bullying es un comportamiento recurrente a lo largo de la vida escolar. Es un comportamiento agresivo, repetitivo e intencional que se manifiesta de forma física, verbal o social, y que tiene como objetivo ejercer poder sobre otra persona.Esta práctica puede ser una forma de discriminación por diferentes características, como la orientación sexual, identidad de género, nacionalidad, etnia, sexo, condición socioeconómica, condición de salud, discapacidad, creencias religiosas, entre otras cosas.Además, el bullying puede traer varias consecuencias negativas hacia las víctimas, e incluso a los victimarios, tales como depresión, ansiedad, pensamientos suicidas o descontento con la vida.El activista Juan Martín Pérez García, coordinador regional de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, sostiene que debe comprenderse que las infancias que fungen como violentadores, no es que lo hagan por gusto, sino que son comportamientos que en una gran mayoría son aprendidos de los entornos familiares en los que crecen; es decir, reproducen muchas veces la violencia que viven.“Ningún niño o niña nace siendo violento”, afirma, “sino que precisamente es la socialización, su ambiente familiar, el ambiente educativo, la comunidad educativa y las comunidades o los barrios, donde se van incorporando estos códigos de bienvenida”.Por otro lado, cuando los adultos (ya sea padres de familia, docentes o alguna otra figura de autoridad) responden rápidamente y de forma constante a situaciones de acoso, transmiten el mensaje de que no es un comportamiento aceptable. Las investigaciones demuestran que, con el tiempo, esta actitud puede detener el acoso. Hay medidas simples que los adultos pueden implementar para detener el acoso de inmediato y proteger a los niños.Es importante averiguar qué sucedió, de preferencia con varias fuentes que presenciaron el incidente. Además, es imprescindible escuchar atentamente a los involucrados, sin culpar a nadie. Puede resultar difícil conocer toda la historia, en especial si los alumnos involucrados son varios, o si la situación de acoso implica acoso social o ciberacoso. Hay que recopilar toda la información disponible. Algunas instituciones prefieren ignorar la problemática por mantener un “estatus”, o no querer involucrarse de más, no obstante, es de suma importancia que los adultos asuman su papel ante este tipo de comportamiento, pues hay que proteger la integridad de las infancias a toda costa.Ofrecer seguimiento psicológico, tanto a la víctima como al victimario, también es un aspecto importante y necesario, ya que, como se mencionó anteriormente, es común que los agresores reproduzcan conductas agresivas que aprendieron desde el núcleo familiar.Menciona Juan Martín Pérez García “en tanto la sociedad no asuma con responsabilidad el tema, que esta conversación se traduzca en acciones institucionales y de las familias, lamentablemente el acoso seguirá presente en las escuelas”.Es necesario garantizar y preservar los derechos de las niñas, niños y adolescentes, como una tarea que atraviesa, no sólo a las madres y padres de familia, sino también a las instituciones, al Estado y a la sociedad.* * * Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp * * *https://www.whatsapp.com/channel/0029VaAf9Pu9hXF1EJ561i03AL