Las aguas frescas son una de las bebidas más populares y tradicionales en México, conocidas por su sabor refrescante y por estar hechas con frutas naturales, flores o semillas. Sin embargo, aunque suelen percibirse como una opción saludable frente a los refrescos, su consumo frecuente puede no ser tan benéfico como se cree.Estas bebidas, además del ingrediente principal, casi siempre contienen una cantidad considerable de azúcar añadida para realzar el sabor. Esto puede convertirlas en una fuente importante de calorías vacías, es decir, calorías que no aportan nutrientes esenciales al organismo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo diario de azúcares añadidos no debe superar los 25 gramos en adultos, una cantidad que puede rebasarse fácilmente con uno o dos vasos de agua fresca al día.Aunque las frutas empleadas en estas bebidas contienen vitaminas y minerales, es preferible consumirlas enteras, ya que así se aprovecha su fibra natural, la cual se pierde al licuarlas y colarlas. Además, la fibra ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre y mejora la digestión.Especialistas en nutrición recomiendan optar por agua simple como la mejor forma de hidratación, ya que no contiene azúcares, calorías ni aditivos. Si se desea dar sabor al agua sin comprometer la salud, una alternativa puede ser infusionarla con frutas, hierbas o rodajas de cítricos sin agregar azúcar.Las aguas frescas pueden disfrutarse de forma ocasional, pero no deben sustituir al agua natural como principal fuente de hidratación diaria. Su consumo responsable, así como la reducción de azúcares añadidos, puede hacerlas parte de una dieta más equilibrada.KG