Políticos y funcionarios de distintos colores y de pasadas administraciones estatales y municipales me han comentado y reconocido que cuando sobreviene un siniestro natural y hay afectaciones a la población, se abre un enorme margen de uso discrecional de los recursos públicos (dinero, recursos materiales, maquinaria y hasta recursos humanos) que a muchos gobiernos los hace incurrir en actos de corrupción. Así, la urgencia en la tramitología para recibir los recursos del desaparecido Fondo Nacional para atender Desastres Naturales (Fonden), estaba más motivado por la voracidad de los funcionarios rapaces que no les importaban las carencias y la urgencia de apoyos para los ciudadanos en desgracia. Por lo que van es por las adquisiciones, y las supuestas compras de las que no deben dar cuentas precisas por la emergencia.A eso se refirió ayer, con razón, el Presidente Andrés Manuel López Obrador al responder a las críticas que recibió de sus detractores por haber decidido cancelar el Fonden y abrir en su lugar el Programa para la Atención de Emergencias por Amenazas Naturales, que le tocará atender la tragedia causada en Guerrero, especialmente en Acapulco por el paso del huracán “Otis” y que hasta el cierre de esta edición había causado la muerte a 27 personas y multimillonarios daños en la infraestructura hotelera y en cientos de comunidades. Al asegurar que el Gobierno federal cuenta con los recursos necesarios para apoyar a los guerrerenses afectados por “Otis”, AMLO reiteró que se cerró el Fonden porque estaba rodeado de corrupción y que llegó a contar con más de 30 mil millones de pesos.Añadió también con razón, que en muchos siniestros naturales la ayuda no llegó a la población que realmente lo necesitaba. Basta recordar lo que pasó en Jalisco hace 12 años cuando el huracán “Jova” pegó a decenas de comunidades de la costa el 11 de octubre de 2011, casi en la víspera de la inauguración de los Juegos Panamericanos en Guadalajara, que provocó que la ayuda del Gobierno panista de Emilio González llegará de forma tardía e insuficiente, al grado que su sucesor, el finado priista, Aristóteles Sandoval, tuvo que pedir un crédito de 299 millones de pesos al Gobierno federal, para casi dos años después atender a la población afectada. Nunca hubo una verdadera rendición de cuentas de en qué y cómo se gastó el dinero del Fonden, del presupuesto estatal y del crédito ni de uno ni de otro Gobierno, como tampoco ocurre ahora con los desastres recientes en el Estado.Para redondear y ser consecuente con sus críticas al Fonden, López Obrador debe, además, demostrar que los apoyos en Guerrero se darán de manera directa, transparentar de manera ejemplar la multimillonaria inversión que se requiere con urgencia para atender a los damnificados de “Otis” y para reactivar la economía en Acapulco, uno de los destinos turísticos más importantes del País. De lo contrario su gobierno estará repitiendo los vicios que tanto condenó ayer.
