Si fue a destiempo, a título personal y molesto por la “pausa” que le pusieron a la relación -entre la embajada y Palacio- o fue un mensaje enviado directamente desde Washington, es lo de menos, lo importante es que la denuncia o queja del embajador norteamericano Ken Salazar, de que México rechazó la ayuda para combatir la inseguridad y a los grupos delincuenciales, pone en entredicho o en “tela de juicio” el compromiso de López Obrador -en su tiempo- por “intentar” acabar con el principal problema social que tenemos en nuestro país y que tiene repercusiones allende las fronteras.“De su ronco pecho”, Salazar sentenció sobre el problema que “tiene que haber una seguridad profunda, como socios, que ha sido el paradigma desde el día que yo llegue. Que trabajemos la seguridad como socios, con respeto a la soberanía. Desafortunadamente, esta coordinación ha fallado en el último año, en gran parte porque el presidente anterior no quiso recibir el apoyo de los Estados Unidos. Cerró la puerta a inversiones de arriba de 32 millones de dólares porque no quería que esta inversión llegará a México para ayudar con la seguridad del pueblo mexicano”. Posiblemente, “su sinceridad” corresponde a su despedida -por la posibilidad que con la llegada de Trump se cambie de representante diplomático-, pero a la vez hay que tomar que lo hizo en una conferencia de prensa desde la embajada, lo que debe de interpretarse como un mensaje o posicionamiento oficial del Gobierno del presidente Joe Biden -que se lo envió como ‘regalo’ en el cumpleaños de AMLO- sobre la fracasada política de “abrazos, no balazos”.Con el continuismo obradorista que tenemos en México y con la llegada de un nuevo Gobierno a Estados Unidos, las cosas no cambiarán en la percepción estadounidense, por el contrario, serán más extremas. Trump ya oficializó la designación del senador Marco Rubio para ocupar la secretaría de Estado, quien en el pasado reciente acusó a López Obrador porque “entregó a México a los carteles de la droga”, además de llamar “dictaduras” a los Gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, que desde Palacio Nacional se les percibe desde otra óptica. La posición de Rubio hacia los Gobiernos de izquierda siempre ha sido radical, por lo que se espera que ahora que se encargará de las relaciones exteriores de Estados Unidos ponga en práctica políticas más severas, que aunado a las amenazas de Trump, es de esperarse que las relaciones bilaterales con nuestro vecino del norte sean más ásperas, tirantes y preocupantes.¿Usted, qué opina?