La siguiente pregunta es políticamente incorrecta. ¿Fue auténtica la manifestación de un centenar de pobladores de Teuchitlán en apoyo al alcalde preso de ese municipio, José “Chon” Murguía?La duda criminaliza o, como mínimo, descalifica una protesta social. Sin embargo, callarse sería ignorar una realidad: el crimen en nuestro país tiene una base social. Mejor seamos cuidadosos.“Chon”, como lo conoce la población, ha sido tres veces alcalde de Teuchitlán: la primera, en 2012 por el PRI; y este año cumplía un segundo trienio bajo las siglas de MC.Desde inicios de semana circuló en redes sociales una invitación a pobladores de Teuchitlán para manifestarse frente a las oficinas de la FGR en Guadalajara a favor de la inocencia de “Chon”.El miércoles llegaron en al menos dos camiones. De la FGR marcharon a Palacio de Gobierno. Había mujeres y hombres de todas las edades. Esto decían las pancartas: “La fuerza más fuerte (sic) de todas es un corazón inocente”. “Tu trabajo ha tenido un impacto positivo en el bienestar de tu pueblo”. “Chon es inocente”. La FGR acusó a Murguía de ser operador y cómplice del centro de reclutamiento del narco en el Rancho Izaguirre. Hoy tendrá su audiencia de vinculación ante un juez en Puente Grande.En varias regiones del país -Jalisco incluido-, el crimen aprovecha la vulnerabilidad de la población y la ausencia de Estado para cultivar una base social. Ese vacío lo llenan delincuentes convertidos ahora en proveedores, jueces y poseedores del monopolio violento de la fuerza.Si ya ostentan informalmente todas las características de un Estado, nada les impide desplegar un aparato de control mediático y movilización social.Por ejemplo, en Teocaltiche, otra región sumida en una disputa criminal, aparecen a menudo supuestas mantas de la población civil para apoyar o repudiar la presencia de fuerzas estatales o federales. Los mismos pobladores han señalado que son mensajes de los grupos delincuenciales.Aunque sea políticamente incorrecto, hay que preguntarse: ¿son o no son pobladores organizados espontáneamente? Asumamos que sí. ¿Indudablemente? Esa es la cuestión.jonathan.lomeli@informador.com.mx
