Miércoles, 02 de Abril 2025

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Cómo se gesta la corrupción en la mente de los políticos

Por: Guillermo Dellamary

Cómo se gesta la corrupción en la mente de los políticos

Cómo se gesta la corrupción en la mente de los políticos

Ni los políticos ni la política son corruptas, sino que son las personas, por elección propia, las que corrompen el poder y se corrompen como políticos.

Hay varios y complejos mecanismos mentales que motivan a una persona, que adquiere poder público, para acabarse convirtiendo en un corrupto

Veamos algunos de esos ingredientes.

En principio, cuenta la verdadera intención que está detrás de su elección para buscar o aceptar algún cargo de elección popular o funcionario de una institución pública.

Si su intención es sincera y de verdad aspira al cargo para servir de una manera honesta y lo considera su misión, entonces tiene menos posibilidades de corromperse en el trayecto, principalmente porque, desde un inicio, expresa congruencia y decisión por entregarse a las tareas públicas de una manera limpia y virtuosa.

Pero si en su intención oculta lo que busca es protagonismo y enriquecerse de una manera pronta y abundante, entonces irá desarrollando una simulación y un empeño por esconder y disfrazar su verdadera intención.

La corrupción política es un complejo laberinto que implica multitud de tentaciones y estructuras administrativas frágiles y endebles que facilitan asaltar las arcas públicas sin que se note.

Principalmente, porque el exceso de poder, concentrado en pocas manos y sin genuinos contrapesos y vigilancia, permite que se caiga fácilmente en la tentación de hacerse de dinero fácil sin que los demás se den cuenta. O también es fácil que se tengan cómplices y personas alrededor que hagan lo mismo y todos se hacen de la vista gorda, porque todos callan, dado que también tienen “cola que les pisen”.

Cuando un político o funcionario tiene mucho poder y descubre que casi no hay controles y que nadie le exige transparencia, pues se cumple con la sentencia de que la ocasión hace al ladrón. Entonces se abusa del poder y se desvanece la sensación de culpa y las intenciones virtuosas del inicio ceden ante la inmediatez de hacerse de una fortuna de forma fácil y sin muchos riesgos.

De aquí brota una sensación de impunidad, de que nadie te vigila realmente y te convences de que es más fácil obtener la riqueza sin que nadie se entere, o los pocos que lo hacen están coludidos también.

Alrededor todos callan y se guarda un silencio solidario que induce a tomar el dinero fácil, porque son varios los que se benefician. “Si todos lo hacen, por qué yo no”. Y acaba por ser un sistema corrupto que facilita mucho las cosas y regularmente no hay consecuencias, porque los que se enteran no te van a acusar, además de que también hacen lo mismo. Se acaba por convertir en un ecosistema corrupto que la sociedad no debe de tolerar más.
 

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