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Cultura UdeG: se acabó el piloto automático

Por: Jonathan Lomelí

Cultura UdeG: se acabó el piloto automático

Cultura UdeG: se acabó el piloto automático

Cuando murió Raúl Padilla, un funcionario cultural de la UdeG me confesó:  -El Licenciado dejó una planeación de aquí a un año. Operaba y definía la agenda cultural de la UdeG con interlocutores externos cuyas alianzas y acuerdos dependían directamente de él. Tenemos un año de gracia. 

El momento llegó. El rector Ricardo Villanueva designó ayer a Margarita Hernández Ortiz como nueva titular de Cultura UdeG en lugar de Igor Lozada, uno de los funcionarios culturales más longevos con 16 años en el cargo. 

Hay que entender el perfil de la nueva titular de Cultura UdeG en dos planos. En el plano cultural tiene todas las credenciales: académicas, experiencia y capacidad técnica. Egresada de Comunicación del ITESO, en donde se formó con Rosana Reguillo. Doctora en Ciencias Sociales por la UdeG y la Universidad Paulista en Brasil; allí estudió el modelo brasileño de desarrollo social a partir de la cultura. Fue directora de Desarrollo Sectorial y Vinculación en la Secretaría de Cultura en la gestión de Aristóteles Sandoval. 

Ella impulsó “ECOS, música para el desarrollo”, un programa gratuito de formación musical para niños y jóvenes en zonas marginadas vigente a la fecha (esto es relevante para entender la nueva apuesta cultural que comento en seguida).   

A estos méritos se suma una cualidad en el plano político: es de las colaboradoras más cercanas al rector Villanueva. Alguien describió así su relación profesional: “Entiende hasta los gestos de Ricardo”. Cuando en 2015 Villanueva dejó el gabinete estatal para competir por Guadalajara bajo las siglas del PRI, Hernández Ortiz renunció también a su cargo y lo acompañó. Tras la derrota electoral, Villanueva asumió como rector del CuTonalá y jaló a Margarita. 

Este nuevo perfil en Cultura UdeG es muy distinto al de Igor Lozada, una especie de playboy cultural -presumía sus gestiones con artistas en cafés de París y Copenhague con cargo al erario- cuya labor consistió en implementar la visión del Licenciado (lo reubican en la Fundación Universidad de Guadalajara en Los Ángeles).  

Cultura UdeG funciona como articuladora de la cartelera cultural en el Teatro Diana, el Museo de las Artes, el Conjunto Santander, el Auditorio Telmex, la Cineteca, entre otros. 

El comunicado para anunciar el cambio sugiere una nueva etapa de la política cultural de la UdeG “marcada por el impacto social, la austeridad, el humanismo”. El objetivo es “convertir los espacios culturales universitarios en una extensión del aula y en puntos de encuentro para toda la comunidad universitaria para que la cultura sea por y para todos y no para unos cuantos”. 

Esas pocas líneas parecen atajar, inevitablemente, las críticas a la visión de la cultura que achacaban a Padilla sus detractores: faraónica, elitista, empresarial y desviada de las tareas educativas de la Universidad.  Con o sin razón, esa concepción creó la Feria del Libro más importante en español y transformó una ciudad: La FIL, Papirolas, la Cátedra Julio Cortázar, el Centro Cultural Universitario… 

Sobre los hombros de Hernández Ortiz pesa el verdadero legado de Raúl Padilla pero ahora sin su visión. ¿Eso a dónde conduce? De hecho me anticipan que vienen más cambios. El peor escenario sería volver a una concepción folclorista y asistencial de la cultura como la que practica el Estado. Otra vía es mejorar y pluralizar ese legado sin caer en la irrelevancia. ¿Pero eso cómo se logra? 

En Cultura UdeG se acabó el piloto automático. Es hora de asumir el control de la aeronave y ocupar el asiento vacío del piloto principal por 35 años. La navegación tiene nerviosos a los tripulantes. Es normal. El nuevo rumbo se empezó a trazar ayer. 

jonathan.lomeli@informador.com.mx

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