Jueves, 19 de Diciembre 2024

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El eterno caso de la corrupción sin corruptos

Por: Diego Petersen

El eterno caso de la corrupción sin corruptos

El eterno caso de la corrupción sin corruptos

Otra vez la Mañanera fue el escenario para denunciar la corrupción. El flamante director del Infonavit, Octavio Romero Oropeza, se presentó para denunciar una serie de manejos extraños en una cantidad de créditos cuyo total es poco significativo con relación al total, pero se oye mucho: son 12 mil créditos irregulares en dos sexenios cuando sólo el año pasado se otorgaron casi 250 mil. Aceptemos que tienen razón, un crédito chueco es suficiente razón para hacer un escándalo, pues se trata de dinero de los trabajadores, el problema es que, como es costumbre ya en los últimos años, la corrupción es etérea, no tiene nombre ni apellido, sucede como un acto de maldad del pasado, no como un delito. Cuando le preguntaron a la Presidenta Claudia Sheinbaum si iba a perseguir a los ex directores del Infonavit, hizo literalmente como que la Virgen le hablaba.

Una de las características de los gobiernos de la llamada 4T es que el combate a la corrupción nunca es jurídico: es sólo ideológico. Los corruptos son los otros, y más aún, cuando los corruptos cambian de bando y pasan al “lado correcto de la historia”, como es el caso del ex director del Infonavit y luego gobernador de Oaxaca, José Murat. En cuanto profesan la fe del obradorismo cae sobre ellos el manto protector de la impunidad republicana. 

El líder del Senado, Adán Augusto López, puede denunciar que su antecesor y hoy líder de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, hizo un uso incorrecto de los recursos en el sexenio pasado y lo único que va a pasar es que la Presidenta los llame a Palacio no a rendir cuentas, sino a pedirles que no se ataquen. El ex gobernador de Veracruz puede tener denuncias de los trabajadores del Gobierno de esa Entidad de haberles descontado irregularmente dinero de la nómina, pero como el dinero, al igual que el que se desvió del Gobierno de Chiapas a través del hermano no tan Pío de López Obrador fue a parar a “la causa”, es decir a las campañas, Cuitláhuac García fue premiado con un puesto en el gobierno federal.

La corrupción es un delito, no una postura ideológica. La corrupción la cometen, todos los días, hombres y mujeres de carne y hueso, con nombre y apellido, protegidos por políticos que lo toleran, permiten o incluso lo exigen y por lo mismo tiene que perseguirse no con discursos sino con acciones concretas y causas judiciales específicas. Todo lo demás es rollo, da igual si quien lo pregona es Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum.

diego.petersen@informador.com.mx

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