Miércoles, 23 de Abril 2025

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Teuchitlán: las arenas movedizas de Sheinbaum y Lemus

Por: Diego Petersen

Teuchitlán: las arenas movedizas de Sheinbaum y Lemus

Teuchitlán: las arenas movedizas de Sheinbaum y Lemus

Recurro a dos adagios de la política para tratar de analizar lo que le está pasando con el caso Teuchitlán. El primero dice que, en política, las situaciones complicadas son como las arenas movedizas: entre más te mueves, más te hundes. El segundo reza que tontería es solo la primera, lo demás son consecuencia.

El informe de la ONU sobre la desaparición en México puso el dedo en una llaga muy sensible: el Estado Mexicano es responsable de estas desapariciones. La Presidenta brincó como una pulga. En la concepción del nuevo presidencialismo 4T, el Estado es ella y nadie más, y asumió que la estaban culpando. Los titulares del Poder Ejecutivo federal, al menos Calderón, Peña Nieto, López Obrador y ahora Claudia son responsables de las desapariciones al menos por omisión. Y no se trata de una omisión inocente. Los cuatro, pero particularmente ella y su antecesor, se han beneficiado del fenómeno de la desaparición porque ahí esconden las cifras de la violencia homicida.

Cuando la ONU dice que es el Estado, hay que dejar claro que hablamos desde presidentes y policías municipales hasta fiscales, gobernadores y fuerzas federales. Muchos de ellos están involucrados en diferentes formas en la desaparición de personas. De hecho, por el caso Teuchitlán hay más policías detenidos que miembros del cártel. ¿No son ellos parte del Estado? ¿No han sido omisas las autoridades estatales y federales que conocían de estos campos desde 2019? Negarlo, defender lo indefendible y a los indefendibles, sólo hace que el discurso presidencial sea cada día menos creíble.

El error inicial de Claudia Sheinbaum ha sido negar el exterminio en los campos de entrenamiento. Separar ambos actos no sólo impide que se vea el fenómeno completo, sino que la hace ver como alguien que desprecia a las víctimas. Da igual si los huesos son recientes o de años atrás, si ahí mataron a 200 o sólo a cinco o 10, la presencia de restos humanos y tierras quemadas en un centro de entrenamiento habla de un modus operandi ya conocido desde hace al menos ocho años.

En una declaración a mi gusto innecesaria, el gobernador Pablo Lemus se adelantó a decir que no han encontrado huesos humanos en el Rancho Izaguirre, sólo de animales. Lo soltó sin mostrar una sola prueba, citando lo que dirá la Fiscalía. Fuentes internas del Semefo me aseguran que sí había huesos humanos y que lograron establecer que se trataba de al menos seis personas distintas antes de que la FGR tomara el control del lugar. El mensaje del gobernador minimiza la gravedad de lo sucedido. Hay que repetirlo: es cierto, no es Auschwitz, lo cual no quiere decir que lo que ahí sucedía, y lo que sigue sucediendo en otros centros de adiestramiento para la muerte, es un horror.

Tratar de encasillar la realidad a una necesidad discursiva tarde o temprano termina cobrando al político. Se lo va a cobrar a Claudia y se lo va a cobrar a Lemus. Entre más se mantengan ambos en la negación, más trabajo le va a costar salir del pantano en que se han metido.

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