Chiapas vuelve a ser noticia internacional, está vez por el asesinato del sacerdote tsotsil Marcelo Pérez Pérez, ocurrido el pasado domingo 20 de octubre, tras salir de oficiar misa en la iglesia del Barrio de Cuxtitali, de San Cristóbal de las Casas. Marcelo Pérez era no solo un sacerdote conocido de la diócesis de San Cristóbal, sino que era más reconocido en su papel de gestor y mediador de la paz en distintas comunidades y regiones de Chiapas.El asesinato del padre Marcelo Pérez ha sido cuestionado tanto por la Iglesia mexicana como por organizaciones de derechos humanos de México y del mundo, y especialmente repudiado en las comunidades chiapanecas donde ejercía una labor pastoral que recordaba a las que ejerció décadas atrás el obispo Samuel García.Pero no es la única noticia preocupante que viene desde el sureste. Cuatro días antes del asesinato del padre Marcelo Pérez, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), denunció el incremento de las amenazas y la violencia en contra de la comunidad zapatista 6 de Octubre, por parte de la población de Palestina, municipio de Ocosingo. “Desde hace unas semanas, pobladores de Palestina han amenazado a mujeres, ancianos, niños y hombres del poblado zapatista ‘6 de Octubre’, parte del Caracol de Jerusalén, con desalojarlos de las tierras que ocupan y trabajan, en forma pacífica, desde hace más de 30 años”, señaló el EZLN.Días antes, el EZLN había lanzado una convocatoria nacional e internacional para celebrar en sus territorios los encuentros internacionales de Rebeldías y Resistencias a fines de este año y a lo largo de 2025 para discutir el tema “La Tormenta y el Día Después”, pero dada la “grave situación” de violencia que atraviesan, decidieron suspenderlos temporalmente. Señaló el subcomandante Moisés en el comunicado que contemplan la cancelación de los encuentros “debido a que no habría seguridad para los asistentes en ningún lugar de Chiapas. Ésta es la realidad de la ‘continuidad con cambio’ en los malos gobiernos”.Estas noticias de Chiapas ocurren mientras se intensifica la violencia en Sinaloa por el enfrentamiento de dos facciones del Cártel Sinaloa, o los autos con bombas que explotaron en Guanajuato, y el enfrentamiento en Guerrero que dejó al menos 19 fallecidos.Sin embargo la violencia en Chiapas parece obedecer más bien a otros patrones, como lo explicó en un informe el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba): “En Chiapas nos encontramos en medio de una diversificación y opacidad de grupos armados que utilizan la violencia para el control social, político, económico y territorial marcada por la continuidad de una estrategia contrainsurgente; así como una impunidad fomentada por actores estatales que abona al despojo, explotación y marginación social. El aumento de esta violencia ha dejado graves violaciones a los derechos humanos, dentro de las que destacan situaciones de desplazamiento forzado masivo e intermitente, desapariciones, despojo de tierras, asesinatos, tortura, entre otras” (se puede consultar el informe aquí: https://cutt.ly/FeD1s7Ce).La particularidad de la violencia en Chiapas, subraya el Frayba, es que es contrainsurgente, es decir que pretende atemorizar y detener los procesos de organización social y política autónoma, que no encaja con ninguno de los partidos políticos y que pretende transformar a profundidad el actual sistema social y político. Por eso ya desde septiembre de 2021 el EZLN había lanzado la advertencia de que Chiapas estaba “al borde una guerra civil”. Probablemente lo últimos acontecimientos de violencia ya han rebasado ese borde.rubenmartinmartin@gmail.com