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La auténtica batalla es por la hegemonía tecnológica

La auténtica batalla es por la hegemonía tecnológica
Comparto una anécdota relacionada con mi madre para explicar en “cristiano” la disputa de fondo entre Estados Unidos y China envueltos en una guerra arancelaria.
Hace varios años le regalé a mi madre un teléfono inteligente de la marca china Huawei. Después ha usado otras marcas, pero ninguna la ha convencido.
Todavía hoy echa de menos su Huawei y se queja de que no ha tenido otra vez un teléfono igual de cumplidor que “nunca se calentaba ni se le acababa la pila”.
Puede sonar como una anécdota menor, pero no lo es.
Ilustra cómo China ha puesto en jaque la hegemonía tecnológica de Estados Unidos con una fórmula sencilla: produce más barato, más rápido, mejor y más inteligente.
Huawei simboliza el ascenso de China en sectores tecnológicos estratégicos que amenazan a Norteamérica.
En 2019, Estados Unidos vetó a Huawei para usar chips fabricados con tecnología gringa, lo que provocó que los teléfonos de la empresa asiática perdieran acceso al sistema operativo Android y apps de Google Play. Luego se sumaron más restricciones.
Un año antes, en 2018, cuando le regalé su teléfono Huawei a mi madre, el gigante tecnológico Chino acababa de desplazar a Apple del segundo lugar global en volumen de ventas.
Tras las restricciones estadounidenses, la compañía china reportó la caída dramática de sus ventas y quedó relegado como competidor global.
Sin embargo, Huawei ha sorteado el bloqueo estadounidense.
Con tecnología propia desarrolló su sistema operativo Harmony. También apostó fuertemente por la innovación y la IA, por lo que se espera que este año anuncie niveles de ingreso récord similares a los reportados antes del veto de 2019.
El año pasado, Huawei inauguró un centro de investigación y desarrollo tecnológico en Shanghái. Tiene el tamaño de 225 campos de fútbol americano, 104 edificios inteligentes, laboratorios para 35 mil ingenieros y empleados, y 100 cafeterías. Es un distrito tecnológico conectado por un monorriel.
Allí se centrará en la investigación y desarrollo de Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, sistemas automotrices inteligentes, chips de última generación, entre otras apuestas de avanzada.
Hasta ahora le había explicado a mi madre que no convenía comprar un teléfono Huawei por las restricciones del sistema operativo Android. Pero la nueva generación de dispositivos sortean bastante bien esa barrera.
Mientras Trump impone con bravuconería más y más aranceles, China responde pero hace tiempo tomó la delantera en una apuesta por la tecnología propia y de largo plazo que amenaza el dominio estadounidense.
Huawei sólo es el símbolo más claro de esta verdadera batalla por la hegemonía tecnológica que está detrás de las medidas desesperadas de Trump.
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