Uno de los notables méritos contemporáneos de este periódico, “El Informador”, ha sido poner a disposición de todo el público interesado su hemeroteca, pero, y esto es lo más notable, digitalizada. La inversión debe haber sido bastante elevada, pero el servicio que ofrece es de valor incalculable.Un periódico que a lo largo de 106 años conserva todo su bagaje informativo se convierte en una fuente de consulta obligada para investigaciones de todo género: evolución de los estilos periodísticos, de los diseños publicitarios, de la tipografía, de las formas de escribir y desarrollar una noticia, de los cambios tecnológicos, de la construcción de primeras planas, esto solo si nos vamos al aspecto externo de un periódico.Pero existe otro aspecto de similar y aún mayor importancia, la del contenido, no otra cosa que la historia del mundo desde la óptica de un determinado periódico, en lo relativo a “El Informador”, lo ocurrido en los últimos 106 años, lo cual incluye la ciudad, el estado, el país y el planeta, la humanidad misma en sus logros y en sus crisis, en sus expresiones artísticas, deportivas, sociales, culturales, etc. Es también la historia de las carteleras cinematográficas locales, y de los mismos cines, conforme fueron surgiendo y sucumbiendo, la historia de los clubes deportivos, de los partidos políticos, de los sindicatos, de las clases sociales, de los períodos electorales, de los informes de gobierno estatal y nacional, de las notas rojas, de los medicamentos y su manera de anunciarse, de las modas seguidas por la población en el vestuario y en el arreglo de las cabelleras de hombres y mujeres a partir, sobre todo, de la introducción de la fotografía periodística.De esta valiosa hemeroteca, también podemos extraer una historia textual, que con el tiempo se volvió cada vez más ilustrada, de una tradición tan antigua como es la romería de Zapopan, cómo fue que se vivió en el año de 1917, año de la fundación de este medio informativo, y cómo se desarrolló en el pasado 2022, y así, año con año, teniendo como trasfondo la evolución y los cambios mismos que ha experimentado Guadalajara en este lapso de tiempo, su paisaje urbano y rural cada vez más desdibujado, su anual verificación por el camino de los Colomos, por el de Zoquipan, o por la novedosa avenida Ávila Camacho, ex profeso construida para este fin, bordeada de paredones e inmensos baldíos. Ahí está la gente que como una cadena humana va enlazando las diversas décadas de estos más de cien años del periódico, en su constante ondular, innovando costumbres, preservando tradiciones, o dejándolas en el olvido como corresponde a los movimientos vivos, con sus anécdotas, sus variaciones en las fechas, en las condiciones climáticas, en el número de asistentes, en los personajes participantes de aquí y de otras partes, y desde luego, el relevo inevitable de los cronistas del periódico, de los fotógrafos, de los reporteros, de los mismos acentos y enfoques, así como el mejoramiento creciente de las imágenes, un testimonio proverbial desde un medio informativo que se yergue hoy como el único nacido en esta ciudad que sobrevive.Desde luego la romería es más antigua, y periódicos anteriores hicieron lo mismo, dar noticia, describirla, presentarla, reseñar la experiencia de la gente y el modo en que la gente se manifestaba, hasta enlazar el trabajo periodístico de los siglos diecinueve, veinte y veintiuno, con la clásica labor de los cronistas del siglo XVIII, siglo en que esta tradición tuvo su inicio.
