El empeño en aprobar la reforma al Poder Judicial propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, está mostrando el cobre de Morena como partido y como aparato de poder dominante: las prisas en los tiempos y en las formas, diputados que no conocen por completo lo que aprueban, la compra de votos mediante la las amenazas, la impunidad y la protección de cacicazgos. Nada de eso es extraño en la política mexicana. El PRI utilizó y perfeccionó esas artes y de esas mañas bebieron y aprendieron en el PAN. ¿Ya no se acuerdan los panistas los acuerdos de Vicente Fox con los priistas para aprobar la reforma fiscal en su sexenio?, ¿o los compromisos de última hora el día de la elección presidencial de 2006 mediante la cual el PAN de Felipe Calderón recibió votos de gobernadores priistas a cambio de protección e impunidad? Son las mismas prácticas que los operadores más oscuros de Morena están poniendo en práctica ahora en la aprobación de la reforma al Judicial. Como reveló Ricardo Raphael en su columna de Milenio el lunes, el coordinador de Morena en el Senado, Adán Augusto López, negoció con el clan político de los Yunes en Veracruz. El detalle es extremadamente morboso y sumamente revelador de los entretelones y de los enjuagues apestosos en los que se acuerda la política en México. De acuerdo a este trascendido, Adán Augusto López le propuso al clan Yunes (que ha controlado porciones de la política veracruzana en el PRI, PAN y ahora, según el trascendido a través del PVEM) contar con un voto en el Senado cuyo escaño lo ganaron a través del PAN, y a cambio el gobierno de Morena retiraría o se desistiría de carpetas de investigación que existen en contra de Miguel Ángel Yunes Linares, ex gobernador de Veracruz, y en contra de Miguel Ángel Yunes Márquez, ex alcalde de Boca del Río. La maniobra consistió en que Miguel Ángel Yunes Márquez presentó ayer su licencia para ejercer como senador propietario y ayer mismo Miguel Ángel Yunes Linares dejó la suplencia y tomó protesta como senador para participar en la discusión y votación por la reforma al Poder Judicial que Morena y aliados está empeñado en aprobar entre hoy y mañana, a pesar de las protestas de la oposición y de los trabajadores de ese poder.En total, el clan Yunes tiene seis carpetas de investigación con seis órdenes de aprehensión giradas. Según el relato publicado por Ricardo Raphael, “Adán Augusto López prometió que tres de estas órdenes desaparecerían antes de que el senador solicite licencia y las otras después de la votación programada para este próximo miércoles”.Todo indica que en la oficina de Morena encargada de las presiones y las amenazas, se revisaron los expedientes de los 43 senadores de oposición. En esta truculenta revisión, los operadores de Morena encontraron un punto débil en el senador de Movimiento Ciudadano por Campeche, Daniel Barreda, y ahí presionaron. La mañana de ayer el coordinador de los senadores de MC, Clemente Castañeda, denunció que Daniel Barreda Puga, padre del senador emecista Daniel Barreda, “fue detenido en represión por su postura contra la reforma judicial”. A lo largo de la jornada de ayer surgieron distintas especulaciones, entre otras que Daniel Barreda dejaría la bancada de MC para sumarse al bloque oficialista a través del PVEM para aprobar la reforma al Poder Judicial. Como se puede apreciar, el oficialismo encabezado por Morena ha echado mano de todas las maniobras posibles, desde el legítimo convencimiento, las ofertas monetarias (según denuncias de la oposición), hasta las presiones y el intercambio de votos a cambio de impunidad. Como escribí líneas arriba, esto no es ninguna sorpresa en la política mexicana, más bien es la norma en la toma de decisiones relevantes. Lo que llama la atención es que todavía hace poco decían, en voz de López Obrador, “no somos iguales”. Había en esa sentencia un dejo de superioridad moral en el ejercicio del poder comparados con los gobiernos del PRI y PAN. Pero lo cierto es que todas estas mañas para el ejercicio y control del poder son consustanciales a los partidos, a todos, con independencia de su signo, color o ideología. La política liberal es así. En la oposición, antes de tener y probar las mieles del poder, los partidos y los políticos pueden presumir de actuar bajo principios éticos, los mismos que se corrompen al llegar al poder y muchos de ellos, al beneficiarse de sus prebendas. Durante la larga hegemonía del PRI, así ocurrió con los panistas y los perredistas y ahora ocurre lo mismo con la nueva clase gobernante de Morena. ¿No todos somos iguales? Parece que sí.