Si vemos las fotografías que están expuestas en el Museo del Holocausto que está en Washington, D.C. o las publicadas en la Enciclopedia del Holocausto, donde se muestran las tomas aéreas (1942/1945) de las cámaras de gases y los crematorios del campo de exterminio de Auschwitz, Polonia, y las comparamos con las vistas del campo de entrenamiento y exterminio del narcotráfico en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, no hay mucha diferencia.Y lo mismo sucede con las fotografías donde se observan decenas de zapatos que eran propiedad de las víctimas que fueron desaparecidas aquí, con las imágenes en Auschwitz —durante la Segunda Guerra Mundial— de los almacenes en donde quedó la ropa de quienes fallecieron en una cámara de gases y después fueron incinerados.La única diferencia puede ser que, durante el Holocausto, quienes llegaban a los campos de concentración y que iban como prisioneros lo hacían en tren, mientras que a Teuchitlán seguramente lo hicieron en camionetas pick up, muchos de ellos engañados bajo la promesa de trabajo o secuestrados.El Holocausto, que fue la persecución y aniquilación sistemática de los judíos europeos por parte de la Alemania Nazi, donde seis millones de personas perdieron la vida, terminó hace 80 años. Y 80 años más tarde volvemos a vivir el horror de la tragedia. Y lo que es aún peor: aquí, entre nosotros. Cómo imaginarse que no aprendimos la lección que nos deja la historia y cómo interpretar que hemos permitido que nuestra sociedad se aniquile.Una vez conocida la desgracia de miles de personas que debieron haber tenido el mismo destino de lo sucedido en Teuchitlán, porque se habla decenas de miles de mexicanos que han desaparecido en todo el territorio nacional y que seguramente terminaron de la misma manera, vienen las acusaciones, los señalamientos de responsabilidad. Pero no es el momento de “señalar con el dedo” a “diestra y siniestra”; es el momento de actuar desde todos los niveles de Gobierno, desde todos los niveles de la sociedad y con todos los recursos a la mano.Y esto no es un error de los gobiernos de Morena, del PRI, PAN, Verde o Movimiento Ciudadano. Es culpa de todos. Porque desde hace muchos años se viene incrementando la actividad delincuencial ante la complacencia de la autoridad, que se ha visto rebasada, superada y controlada —y a veces en colusión— por los grupos delincuenciales. Y hoy, 80 años después, retrocedemos como sociedad y tenemos nuestro propio Holocausto —que significa ‘todo quemado’—.Usted, ¿qué opina?