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Realidad tumbada: de Texcoco a Tepatitlán

Realidad tumbada: de Texcoco a Tepatitlán
Viene una prueba de fuego.
El próximo show del cantante Luis R. Conriquez tras la trifulca en el Palenque de Texcoco por negarse a cantar corridos bélicos será en Tepatitlán, Jalisco.
El músico, de 29 años, uno de los máximos exponentes del movimiento alterado, tiene agendada su presentación para el domingo 27 de abril en el palenque de la Feria de Tepabril.
Conriquez se negó a cantar corridos bélicos en el Palenque de Texcoco luego de que el Estado de México advirtió sanciones para los artistas que hicieran apología del delito.
A mitad del concierto, el público pedía narcocorridos emblemáticos de su repertorio como “Si no quieres no”, un tema viralizado en redes con más de 597 millones de reproducciones en Spotify, el doble que algunas de las canciones más populares de Alejandro Fernández.
(Su letra dice: “A mí si me mandan los Guzmanes les hago un cagadero en caliente/Aquí no está pelada, yo ando y cuido a los jefes/ La paciencia no es lo mío/ Yo le rezo al diablo y también a la muerte”).
Conriquez fue tajante ante las exigencias del público: “Es lo que hay, no hay corridos, ¿cómo le hacemos? ¿Me voy para la casa mejor?”, advirtió el cantante que, ha relatado, trabajaba como despachador de gasolina antes de saltar a la fama.
Los asistentes empezaron a lanzar cerveza y objetos al intérprete que huyó entre abucheos. El escenario fue invadido entre destrozos de instrumentos, equipo, sillas voladoras y riñas con elementos de seguridad en una estampa digna de un coliseo frenético.
Justo el viernes pasado, Salvador Zamora, secretario general de Gobierno, presentó una iniciativa en el Congreso de Jalisco para que los municipios prohíban y sancionen expresiones musicales que hagan apología del delito.
Lo ocurrido el fin de semana en la Feria del Caballo de Texcoco nos obliga a reflexionar sobre los alcances –y consecuencias– de prohibir los corridos bélicos.
¿Hasta dónde la prohibición es una medida reactiva y política para atajar un fenómeno cultural y social más complejo como la narcocultura?
Los corridos bélicos hablan de la realidad del narcotráfico, sí, pero también de nosotros como un colectivo que glorifica la violencia, el sadismo, el machismo, la deshonestidad, la ambición, el poder y la riqueza como único rasero del éxito individual.
El boleto más caro para ver a Conriquez en Tepabril cuesta nueve mil pesos. La entrada general, mil 215 pesos. La carrera de este cantante, originario de Caborca, Sonora, se ha cimentado en los narcocorridos. La gente pagará por escucharlos.
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