Donald Trump ya es oficialmente el candidato del Partido Republicano a la presidencia de los Estados Unidos. Vamos, incluso ya presentó a su compañero de fórmula como candidato a la vicepresidencia. Todo esto ocurre, lo sabe el mundo entero, justo después que ocurriera un atentado en su contra.Del ataque, también se sabe mundialmente, sacó dos resultados: una oreja lastimada por un rozón de bala y el regalo inesperado de un crecimiento inmenso de su figura y las preferencias con rumbo a la elección presidencial de noviembre.Que Trump está más cerca que nunca de regresar a la presidencia de los Estados Unidos, es totalmente certero, incluso entre quienes lamentan que él sea favorito y advierten de todas las consecuencias negativas que puede acarrear en la democracia y el sistema de gobierno estadounidenses. Pero la gran cuestión es otra: ¿Por qué no renuncia el presidente Joe Biden a la candidatura presidencial?Dos imágenes pintan la realidad de la política electoral en los Estados Unidos:La primera es la de Trump, herido, con un hilo de sangre en el rostro, levantando el puño justo después del atentado.La segunda es la de Biden, con la mirada perdida en el horizonte, haciendo esfuerzos por retomar el hilo de la conversación en el debate que causó su debacle, contra el mismo adversario.De las múltiples aristas que se pueden abordar en el cinematográfico drama electoral que se construye en el país vecino, la que interesa plantear ahora es el destino inmediato para México. Porque justo cuando se escriben los discursos cotidianos de Claudia Sheinbaum Pardo para consolidar su llegada a Palacio Nacional en lo que (fieles a su costumbre de rebautizarlo todo) han llamado “el segundo piso de la 4T”, se enfrentan con la certeza de que Trump volverá a ser presidente.Se trata del mismo personaje que dijo de Andrés Manuel López Obrador que se había doblegado. El mismo que se ha referido a los mexicanos como “asesinos y violadores”. El que construyó su primera campaña -no hay que olvidarlo- afirmando que construiría una muralla en la frontera con México… y que los mexicanos íbamos a pagarla.En su nueva campaña electoral, ha presentado otras propuestas igualmente tronantes para las redes sociales: ataques selectivos para derrotar a los grupos criminales en territorio mexicano, pero lo que es más grave que sus amenazas poco realizables, es el endurecimiento específico contra la población migrante en territorio estadounidense. Hay un proyecto que debe tomarse mucho más en serio: la expulsión de territorio estadounidense de al menos 10 millones de personas en situación irregular. Eso aparece en el programa electoral del partido republicano, y con ese y otros muchos puntos más, postulan a Trump como presidente.Se puede esperar, sin espacio para sorprenderse, un endurecimiento de la relación comercial; la amenaza del pago de aranceles; el intento permanente de sometimiento y el establecimiento de medidas mucho más duras contra el gobierno mexicano. Si ya se aceptaron en el gobierno de López Obrador, no habría porqué considerar que se hará otra cosa en el siguiente sexenio.Mucho trabajo tendrán personajes como Marcelo Ebrard, Juan Ramón y otros tantos.Puede afirmarse que hay una crisis de múltiples fases esperando la llegada de Claudia Sheinbaum. Es el destino inmediato y aparentemente inevitable.
