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¿Y nuestros 50 años de agua ininterrumpida?

¿Y nuestros 50 años de agua ininterrumpida?
¿Ya llenaste tus tambos, sacaste cubetas y dejaste el aljibe al 100? No es necesario, porque de acuerdo con los cálculos hechos con ecuaciones sólidas y álgebra avanzada, a la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) le quedan alrededor de 49 años, dos meses, tres días y 14.5 segundos de agua ininterrumpida garantizada.
Todo, gracias a las múltiples decenas de millones que se invirtieron -cómo no: del dinero de las personas- en la polémica Presa El Zapotillo. Presa desde la cual se destina hoy la fabulosa cantidad de cero litros desde el Río Verde.
Si algo supo hacer bien la administración pasada fue prometer en grande. Nos vendió la idea de que, con su megaplan hídrico, la segunda ciudad más importante del país (así la venden) iba a estar nadando en agua durante el estiaje por los próximos 50 años. Medio siglo sin cortes, sin tandeos, sin la angustia de abrir la llave y que salga puro aire.
Ni siquiera se ha cumplido un año y aquí estamos: colonias enteras con semanas sin agua, pipas que no llegan, filas en los pozos y comunicados del SIAPA que suenan más a excusas que a soluciones. Es más: en el organismo operador ya ni ganas tienen en hacer la revisión anual al sistema de abasto más grande para la metrópoli: el Acueducto Chapala-Guadalajara, que le da líquido a seis de cada 10 tapatíos.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Alguien le puso fecha de caducidad al agua? ¿Los 50 años eran en tiempo perro? ¿O, simplemente, nos vieron la cara… otra vez?
Acá se ha escrito de seguridad, de medio ambiente y, en general de miles y miles de erratas en las que incurre nuestra clase política, y la conclusión es que el agua no es un caso aislado. En Jalisco, las grandes promesas suelen tener la vida útil de un birote expuesto al Sol: se endurecen y se olvidan rápido.
Antes nos dijeron que con el agua adicional de la Presa El Zapotillo se acabaría la escasez, pero el embalse, como advirtieron los pobladores de Temacapulín, no tiene agua para enviar miles de metros cúbicos a Guadalajara.
Los expertos también nos hablaron de infraestructura hídrica, pero seguimos perdiendo casi el 40% del agua en fugas. Nos aseguraron que habría un plan para enfrentar las sequías, pero el único plan que se ha aplicado es esperar a que lloviera para hacer la tradicional albercada en Plaza del Sol.
El SIAPA, por su parte, sigue siendo una de las siete maravillas de la burocracia moderna: en redes responde tan rápido como te quedes sin agua, pero en lo presencial demora más que una actualización del Reloj del Juicio Final. Dejarte en visto todavía es el sello de la casa.
¿Y entonces qué hacemos? Aprovechando que ha llegado el momento de cerrar filas (lo que eso signifique) y el gobernador Pablo Lemus es más atractivo que el aguinaldo en diciembre como para que legisladores de todos los colores le aplaudan, van algunas propuestas gratis y sin necesidad de consulta popular pagada:
Métanle varo a la infraestructura. No más estudios carísimos que terminen archivados. Al menos googlear cuánto cuestan unas mangas epóxicas para las tuberías de Guadalajara y que ya no parezcan las crocs del tío el que exige en las reuniones que pongan a Caifanes o Lamento Boliviano.
Monitoreo en tiempo real. Debido a una tragedia de dimensiones épicas en 1992, Guadalajara es la única ciudad del mundo con un sistema que vigila la acumulación de gas en su red de drenaje. Y por eso es más que absurdo que, en pleno 2025, el SIAPA todavía se entere de un problema porque se hizo viral en redes sociales.
Un plan serio de captación de lluvia. Porque si bien hay programas nobles, aquí todavía llueve y en lugar de aprovechar el agua del cielo, la dejamos correr como si fuera gobernador después de dejar el cargo.
Castigo a responsables de omisiones y desvíos. Si alguien prometió 50 años de agua sin sustento y dejó en cargos clave a gente sin experiencia, mínimo que le toque un poquito de sed… de justicia.
Básicamente, lo que se exige es un SIAPA eficiente, sin pretextos y con expertos a cargo. Nos vendieron medio siglo de agua y apenas vamos en el primer año… seco. El regalo prometido vence en el 2074, así que toca exigir para que al fin haya un político o política que se haga responsable de las promesas que hizo para ganar elecciones y se gane el respeto de las personas, a esas a las que les deben 50 años de agua ininterrumpida.
¿Será Pablo Lemus ese el nuevo líder cierrafilas que recibe aplausos, abrazos y sonrisas… aunque a su sistema de agua otra vez le valga tantita madre prestarle atención al Acueducto Chapala-Guadalajara aprovechando los días santos?
Igual y sólo es agua. Ni que se tratara de algo serio e importante como hacer instagrameable y tiktokeable a La Minerva.
isaac.deloza@informador.com.mx
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