Domingo, 26 de Octubre 2025

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El restaurante que no existió

Por: Vania de Dios

El restaurante que no existió

El restaurante que no existió

Un restaurante que no existía, que no tenía ni comida ni clientes, se volvió el número uno en Londres. El lugar se llamaba “The Shed at Dulwich” (“El cobertizo de Dulwich”) y la lista de espera por una mesa podía ser de hasta cuatro meses; incluso, hubo quien ofreció patrocinios e hizo propuestas de inversión para el sitio. Pero su prestigio fue solo una ilusión del mundo digital.

Oobah Butler, un joven británico que se dedicaba a redactar reseñas positivas a restaurantes sin visitarlos, decidió hacer un experimento: en 2017 registró un restaurante falso en TripAdvisor y en el jardín de su casa montó platillos inexistentes, algunos armados con espuma de afeitar, pastillas para el baño y colorantes; les tomó fotos y las subió a la plataforma.

Al principio, su “restaurante” estaba en los últimos puestos de la plataforma, de entre 18 mil opciones. Así que le pidió a algunos amigos y gente cercana que dejaran reseñas favorables sobre el sitio y logró colocarse entre los mejores 10 mil del ranking. Antes de un año, ya era el número 1, el mejor calificado de Londres. Todo gracias a una reputación ficticia, construida a base de reseñas falsas, fotos bien pensadas y una buena narrativa… convirtió una mentira en éxito viral.

La historia de Butler exhibe cómo las redes pueden moldear la realidad. Y la lógica suele ser la misma: si se ve bien, si se comparte mucho, entonces debe ser cierto. Pero solemos olvidar que hoy, en internet, todo, absolutamente todo, puede ser digitalmente manipulado: desde imágenes, reseñas y encuestas hasta la creación de personajes, estilos de vida o noticias falsas, las famosas “fake news”.

¿Cuántas veces no hemos caído en la trampa de la viralidad? Compartiendo historias o contenidos que nos parecen sorprendentes, sin siquiera verificar su autenticidad; dejándonos llevar por la novedad y la emoción, no por la veracidad. En México lo vivimos a diario con negocios que son virales por un TikTok o figuras públicas que construyen sus propios personajes en internet, basando el “éxito” en mera percepción, en imagen y algoritmos.

En la era de los likes y las reseñas, los usuarios necesitamos cada vez mayor pensamiento crítico y educación mediática para no confiar ciegamente en lo que vemos en línea. Ante tanta basura, desinformación y manipulación en las redes, en México se carece de educación básica para la recepción crítica de la información, para formar desde la primaria tanto a infantes como a profesores.

El restaurante de Butler nunca sirvió una comida real, pero nos dejó servida una lección: en la mesa del internet, la reputación y la credibilidad también se cocinan. El reto ya no es encontrar lo más popular, sino lo más verdadero.

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