La situación del sistema escolar de Chicago reveló, después de la pandemia, un desafío clave: o recibimos a más familias de inmigrantes o será difícil hacer crecer la economía local en los próximos 25 años.La escuela primaria Hammond Elementary, en La Villita, el vecindario más mexicano de Chicago, perdió casi el 40 por ciento de sus inscriptos durante la pandemia. Hoy tiene registrados a 250 estudiantes, cuando en 2017 atendía a más de 550 estudiantes.La escuela primaria Irma C. Ruiz, en Pilsen (otro vecindario históricamente latino), perdió cuarta parte de sus estudiantes desde 2019.Estos dos vecindarios, que lidiaron con escuelas superpobladas hace menos de una década, tuvieron algunas de las pérdidas de inscripciones más pronunciadas en la ciudad durante los primeros brotes de COVID-19.Esto es parte de una tendencia más amplia de disminución de registros en las escuelas primarias de vecindarios de mayoría latina, que comenzó mucho antes de 2020 pero que se aceleró con la pandemia. En toda la ciudad, incluso cuando la población general latina ha aumentado en la década previa a la pandemia, el número de niños se ha reducido notablemente. Las tasas de natalidad de latinos están cayendo, e incluso antes de las políticas restrictivas de inmigración de la administración Trump, la llegada de inmigrantes se estaba desacelerando.Ocho de cada quince empleos que se requerirán en Chicago desde 2022 y 2025 -asistentes para cuidar a enfermos en el hogar, preparadores de comida, conserjes y otros trabajos en las áreas de servicio- no requieren de ninguna educación. Sin inmigrantes, van a faltar trabajadores para cubrir estas funciones.Los argumentos en contra de la inmigración parten de la premisa de que los migrantes ocupan trabajos y reducen los salarios de los estadounidenses que compiten con ellos por los empleos. Es una versión mecánica de la ley de la oferta y la demanda: mientras más trabajadores crucen la frontera, inevitablemente se reducirá el costo del trabajo.Pero ese es un argumento equivocado. No toma en cuenta muchos factores: los inmigrantes poco calificados también son consumidores de bienes y servicios hechos en Estados Unidos, y su mano de obra barata aumenta la producción económica y reduce los costos. Tampoco considera que los hijos de estos inmigrantes suelen ser mucho mejor educados que sus padres. De hecho, los hijos de los inmigrantes contribuyen más a las arcas fiscales del Estado que todas las demás generaciones nacidas en Estados Unidos.Lo más importante a entender es que, contrario a la creencia popular, los inmigrantes de bajo nivel educativo no les quitan trabajo a los estadounidenses con menos educación. En realidad, la inmigración genera nuevos empleos -con mejores salarios- para los nacidos en Estados Unidos. Notablemente, impulsa a muchos estadounidenses a ascender en busca de mejores ingresos. Al estimular la inversión y redistribución del trabajo, la inmigración aumenta la productividad.El principal problema migratorio de Estados Unidos, con vistas al futuro, es que haya escasos inmigrantes poco calificados que quieran cruzarla.La entrada de mano de obra ha servido para que Estados Unidos evite los problemas que tienen otras economías que se han estancado como resultado de datos demográficos desfavorables, en particular los efectos de una fuerza laboral envejecida y el consumo reducido de los residentes más viejos”. Eso significa que habrá un vacío laboral que llenar. Por eso urge una reforma migratoria integral que abra la puerta a más familias de inmigrantes.(*) Presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Illinois.