Martes, 03 de Diciembre 2024

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Seguridad: nombrar los problemas

Por: Diego Petersen

Seguridad: nombrar los problemas

Seguridad: nombrar los problemas

El senador morenista del Estado de México, Higinio Martínez, se atrevió por fin a llamarle por su nombre a las cosas. Las masacres son masacres. Es la primera vez que un miembro del partido en el gobierno se atreve a llamarles así. Lo que pasó en Chautipan, en la sierra de Guerrero; lo que sucedió en Querétaro en el bar El Cantarito; la matanza en el bar Bling Bling en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, por mencionar solo lo sucedido la última semana, son masacres, ataques del crimen organizado donde, independientemente de que “iban por una persona”, como explicó con nula sensibilidad la presidenta Sheinbaum en el caso de Querétaro, fueron todos asesinatos masivos injustificables.

Poner coches bomba, disparar a mansalva en un restaurante o en la calle, perseguir enemigos, hacer levantones masivos, los 380 muertos por la ola de violencia en Sinaloa, los desplazados en Chiapas, son todas expresiones de un crimen organizado que se sabe impune, intocado e intocable. Que anda a sus anchas por el territorio nacional.

¿Es la nueva ley de seguridad pública un punto de quiebre en la política de combate al crimen organizado? Darle capacidad de investigación a la Guardia Nacional y a las policías y no solo a las fiscalías es una navaja de doble filo. Si bien es cierto que es más rápido crear una policía investigadora desde la secretaría de seguridad que cambiar una Fiscalía anquilosada en manos de Gertz Manero, un personaje que ha demostrado su incapacidad y que ya no sabemos si va o viene, también lo es que darle al Ejército, a través de la Guardia Nacional, atribuciones de investigación puede tener consecuencias nefastas en la vida cotidiana de todos los mexicanos. Morena está haciendo una reforma constitucional que es un traje a la medida para García Harfuch, para resolver el galimatías que ellos mismos crearon porque nadie se atrevió ni se atreve a decir que la política de seguridad de López Obrador fue un fracaso. Hay que llamarle por su nombre.

Nombrar los problemas es el primer paso para resolverlos. Las masacres son masacres, el terrorismo es terrorismo, la militarización es eso y no otra cosa. Hay que hablar también de complicidad, de corrupción, de ineptitud y de control territorial. De desapariciones, leva, trabajos forzados y campos de exterminio. Hay que hablar de miedos, del miedo de ir a ciertos lugares, de transitar algunos caminos, de expresar ciertas cosas e incluso del miedo a disentir.

Hay que salir de la trampa en la que se metieron los gobiernos morenistas al plantear que es la guerra o la nada; combatir las causas o atenerse a las consecuencias. El país necesita una política de seguridad que vaya más allá de un sexenio y de una persona.

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