
Estereotipos de género en datos

Estereotipos de género en datos
Cada 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, las instituciones y el periodismo se encargan de hacernos ver por qué las mujeres salimos a las calles de manera libre y colectiva. Fundamentalmente se ha hecho énfasis al aumento de las múltiples formas de violencia de género, a la falta de acceso a los espacios de toma de decisiones, así como a las desigualdades y brechas generadas entre hombres y mujeres en diferentes espacios.
Cierto es. Las mujeres salimos a las calles porque los feminicidios no cesan, porque la violencia sexual aumenta, y porque el acceso a la justicia es nulo. Más allá de estas potentes razones, resulta relevante hacer un ejercicio de reflexión desde la raíz. Las violencias, el control, el dominio y el ejercicio diferenciado del poder entre mujeres y hombres no cambiará si nuestros procesos de socialización no se modifican, si no somos capaces de comprender que, social y culturalmente, tenemos que incidir desde los entornos y las comunidades de manera distinta.
Comencemos por lo más básico. Las violencias y desigualdades de género se aprenden, se educan y se encuentran ancladas en nuestros procesos de socialización fundamentalmente estructurados por roles y estereotipos de género. Diferentes estudios realizados desde la psicología demuestran que, entre los 18 y los 24 meses de edad, las niñas y los niños ya conocen sobre los estereotipos y éstos se normalizan en sus conductas desde los 3 años de edad. Los estereotipos, como ese “ideal” de lo que deben hacer tanto los hombres como las mujeres, son la base estructural y sistémica de la desigualdad. El estereotipo más básico que se aprende social y culturalmente hablando es el color.
Una investigación de Julia Salander ha demostrado que, en materia de color, fue hasta 1914 cuando el rosa se asoció a las niñas y la feminidad mediante un cambio de paradigma promovido e impulsado con mayor fuerza por la industria de la moda durante la Segunda Guerra Mundial. Pensar que el color rosa es asociado a las niñas y el azul a los niños es una construcción social del capitalismo que no tiene nada de natural con los roles de género, y que seguimos perpetuando en nuestras vidas. Salander también nos habla de que, desde el nacimiento, se crean “marcas de género” para fortalecer la distinción entre hombres y mujeres. Es así que a las mujeres se les perforan las orejas para portar aretes a las 48 horas de nacidas como promedio mundial.
Los estereotipos, como base de la desigualdad, se aprenden en las estructuras de socialización primaria (escuelas, familias y espacios religiosos) y de ahí, se perpetúan en nuestra vida cotidiana. Aunque 68% de la población mexicana admite que la violencia de género ha aumentado mucho, según datos del estudio Estatista, sólo 37% de las mujeres mexicanas se identifican como feministas; es decir, como constructoras de la igualdad entre hombres y mujeres. El peligroso regreso de las doctrinas conservadoras que existe en el mundo ha fortalecido la idea de que el feminismo es una construcción ideológica de las mujeres y que la violencia de género no existe.
Ante tal aberración, hace falta generar una profunda conciencia de que somos quienes vivimos en sociedad las y los responsables de perpetuar las desigualdades a través de la preservación de los estereotipos de género.
Piénselo. Un mundo igualitario y neutral al género pasa por hacernos conscientes de la forma en la que hemos perpetuado estas etiquetas. Asúmase como parte del cambio y, hoy, no juzgue a esas mujeres que salen a la calle a defender sus derechos y su ciudadanía.
Las mujeres salimos a la calle porque en México el asesinato de mujeres aumentó 127% en 15 años, porque en este país, nueve niñas de entre 10 a 14 años se convierten en madres cada día y porque las mujeres viven 63% de la pobreza de tiempo, contrario al 7% de los hombres. Seamos, entonces, conscientes de que cada uno de nosotrxs somos responsables de la desigualdad estructural.
Gracias a EL INFORMADOR por invitarme a escribir, y comenzar a hacerlo en un día como hoy.
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