Jueves, 25 de Abril 2024

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Mientras pasa la peste: futuros itinerarios del sosiego

Por: Juan Palomar

Mientras pasa la peste: futuros itinerarios del sosiego

Mientras pasa la peste: futuros itinerarios del sosiego

Solo se quiere bien lo que bien se conoce. Esta sentencia encerraba una de las principales enseñanzas del llorado José María Buendía, poeta y arquitecto de excepción. Y viene mucho al caso en esta oscura temporada de encierros y distancias. Las ciudades reclaman a sus habitantes para llevar una existencia adecuada. Los relativos desiertos urbanos actuales llegan a desgastar la urbe, desasosiegan a sus habitantes, los enajenan.

Por eso habría que seguir, como se dice una oración o un mantra, diciendo a la ciudad. Es preciso reconocerla, rememorarla, en su momento hallarla. Guadalajara tiene un potente componente solar: de arquitecturas bonitas, de calles bien trazadas, de arboledas siempre generosas. Tomando las debidas precauciones, y siguiendo las indicaciones sanitarias, es posible realizar, a pie o en bicicleta, a su debido tiempo, algunos modestos itinerarios que podrían servir para que un habitante conozca o reconozca, deambule por su ciudad y tal vez se sienta mejor, más sosegado con una ciudad que volverá a ser asequible, apropiable.  

Primer itinerario: Paseo Alcalde. Del ahora reunido recinto conventual de las iglesias de San Francisco y Aranzazú rumbo al norte. Son dos kilómetros desde allí a la calle de Jesús García. La tranquilidad permitirá ir apreciando las iglesias mencionadas, luego ver como se suceden varias casas de valía hasta llegar a Juárez. Allí, en la esquina nororiente,  se encuentra un curioso estacionamiento rabiosamente moderno de Alejandro Zohn. Unos metros adelante de esa esquina se puede ahora contemplar con tranquilidad la masa completa del Sagrario Metropolitano y de Catedral. Mal que les pese a los aficionados a hablar mal de nuestras cosas, viendo sin tapujos el conjunto se podrá comprobar que es una invaluable materialización de más de cuatro siglos tapatíos.

Luego está la Plaza de Armas, con su proyecto de arborización en curso. La Rotonda tiene también una nueva jardinería que hace más grata la consideración de los monumentos por sus cuatro lados. Ya estando allí, sobre Liceo está la muy noble y dorada fachada del Museo Regional.

A dos cuadras, siempre caminando hacia el norte, está la muy refinada fachada, con una torre muy depurada, de San José de Gracia. A sus pies existe una curiosa iglesia protestante en clave neorrománica y la fachada poniente de la Fundación Álvarez del Castillo. A un lado de ésta hacia el sur existe quizás el mejor ejemplo de la integración de lo moderno con lo patrimonial: un edificio de departamentos debido a la autoría de Gabriel Aguilar Anaya.

Ahora será posible volver bajo sus pasos, dejando para otra vez el resto del recorrido del Paseo Alcalde para ser retomado cuando las disposiciones oficiales lo hagan posible. A la vuelta, es otro sol el que levanta todas las cosas, detalles no reparados son tomados en cuenta, una reconexión, quizás, le sucede al habitante con sus propias herencias. Quizá volveremos a encontrarnos con una ciudad que se nos había extraviado. Ir y venir, fijarse, disfrutar de algunas cosas, lamentar otras. Soñarlas. Porque bien se quiere lo que bien se conoce.

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