Después de innumerables episodios, contratiempos y zozobras, finalmente, el Gobierno encabezado por Pablo Lemus Navarro ha iniciado su desempeño. La carta de navegación y la tripulación están completas y en sus puestos. Las anclas han sido levadas y, seguramente, el ánimo y el optimismo rebozan ante el nuevo reto. La travesía no se percibe exenta de contratiempos; se atisban nubarrones de tormenta. Los antecedentes inmediatos no son los mejores. Las difíciles relaciones entre el gobierno federal y el local erosionaron la comunicación entre ambos niveles. Su permanente confrontación abonó a desencuentros que prevalecen. No se puede ser ingenuo. Jalisco está fuera de la órbita partidista del gobierno nacional y la 4T, seguramente, tiene dentro de sus objetivos a mediano plazo gobernar al estado. Se requieren, pues, amplias dosis de objetividad y estrategia para lograr, primero, reducir la animosidad y, poco a poco, ganar la confianza del grupo de poder que gobierna la República. Es una tarea que, por estar cargada de emotividad, aparece colosal.La Presidenta Sheinbaum no ve con simpatía a Jalisco. Su negativa a recibir, en su momento, al gobernador electo no es un buen precedente. Mucho habrán de trabajar el ejecutivo local y su equipo para ganarse la voluntad de quien tienen la sartén por el mango, conscientes de que, en política, cuando hay que tragar sapos, no hay que hacer cara de fuchi. Debemos tener claro y aceptar que —a querer o no— somos parte de un sistema federalista en el papel y ferozmente centralista en la realidad. Las finanzas públicas están bajo el control de la Secretaría de Hacienda prácticamente en su totalidad. La capacidad de atracción de la Fiscalía General de la República y la participación del Ejército, la Guardia Nacional y la Marina en el territorio del país son omnímodas. Los estados son muy débiles y ¿qué decir de los municipios?, cuya indefensión es total frente a la presencia de poderes fácticos que han substituido a la autoridad. El titular del ejecutivo local dedicó las semanas precedentes a armar el rompecabezas de un equipo que concilie la experiencia política, la capacidad en el desempeño del cargo y la disciplina estratégica indispensable en una travesía como la que recién han iniciado. Habrá, como en toda empresa, momentos difíciles y de éxito, noches de soledad y días para festinar.El servicio público es una pesada carga que debe llevarse con prudencia. El juego de los intereses (de todo orden) frente a los cuales, frecuentemente, no valen razones, obliga a proceder con cautela. Nunca mejor cita que la de nuestro amigo Miguel Sánchez Montes de Oca: “Paciencia, prudencia, verbal continencia y presencia o ausencia según conveniencia”. Sin pretender ser ejemplo y con la humildad propia de quien conoce los tiquismiquis del poder —como diría Paco Ayón—, tienen que irse resolviendo los asuntos uno a uno, con el deseo de que, al final del sexenio, la nota aprobatoria sea la más alta. Por el bien de Jalisco y México, ¡Buena suerte!