Jueves, 25 de Abril 2024
Jalisco | Entrevista con el “Doc” Alonso

“Siempre he sido muy marginal”

Las ortodoxias generan víctimas, asegura el antropólogo, una de las figuras más emblemáticas del CIESAS

Por: EL INFORMADOR

El pasado 29 de agosto, Jorge Alonso Sánchez recibió un homenaje por haber creado el doctorado en Antropología. A. HINOSA.  /

El pasado 29 de agosto, Jorge Alonso Sánchez recibió un homenaje por haber creado el doctorado en Antropología. A. HINOSA. /

GUADALAJARA, JALISCO (19/SEP/2011).- Pocos entienden cuando una eminencia de las ciencias sociales como el antropólogo Jorge Alonso Sánchez, conocido como el “Doc” Alonso, dice que no se define como moderno y, menos, como posmoderno. Muchos académicos, especialmente jóvenes de escritorio, piensan que es una “locura”.

En el homenaje que recibió en el Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS) Occidente el pasado lunes 29 de agosto por la creación del doctorado en Antropología hace 20 años, Jorge Alonso expresó que, al cuestionarse sobre sus estudios, considera que se ha deslizado más hacia lo marginal y que se siente más cercano a las posturas de los pueblos originarios de este continente.

En ese evento, su colega Alberto Aziz Nassif dijo que el proyecto de investigación del “Doc” Alonso va en una línea paralela con su proyecto de vida; que busca generar un conocimiento ubicado que haga sentido para saber y transformar; y que busca ponerse al margen del capital y del estado.

Cuando alguien dice que es de izquierda, Jorge Alonso refuta de inmediato: “¿Eres anticapitalista? Si no, eres otra cosa”.

En entrevista, este “profe, asesor y gestor de futuros -como le dijo la académica Rossana Reguillo durante el homenaje en el CIESAS)”, quien tan sólo de currículum tiene más de 70 páginas, intenta hacer un resumen de su andar por las ciencias sociales y sus utopías.

El origen

Cuando estudiaba Filosofía y Letras, el “Doc” Alonso hizo un recorrido por toda América Latina para estudiar las comunidades eclesiales de base que “buscaban un cambio más fraterno y humano”.

Luego realizó estudios político-electorales en el Sur de Nuevo León y en el Noroeste de Chihuahua, porque como antropólogo le interesó que la gente de esos sitios exigía poder elegir a su presidente municipal.

“Ya en la maestría de Antropología Social con Ángel Palerm (quien era un anarquista catalán que se definía como marxiano) quería estudiar a los pepenadores de Monterrey desde la perspectiva marxista. Pero Ángel me puso a hacer mi tesis comparando el pensamiento marxista con el elitista de (Vilfredo) Pareto, que era totalmente lo contrario. Ahí vi que aún en las agrupaciones populares y las que se decían marxistas leninistas, había elites y dirigentes. (…) Lo que entendí es que se tenían que invertir estas pirámides y hacerlas más horizontales”.

Después, participó en una colonia proletaria “y entramos a un partido socialista. Aunque parecía muy sano, la dirigencia tenía muchos tratos con el gobierno de Echeverría, el cual yo criticaba. Pensaba que si muchos criticábamos desde abajo podíamos revertir esta situación. Entonces hice la tesis de mi doctorado sobre el partido. Ahí entendí que no tenía nada que hacer en esos organismos y fue la última vez que estuve en un partido”.

Por muchos años se interesó en los procesos electorales porque pensaba que desde ahí podía eliminarse la opresión del pueblo. “Pero resultó que no”. Después de tanto camino, ahora le interesan los grupos que intentan fisurar el capitalismo.

Las etapas

El antropólogo relata que pasó de ortodoxia en ortodoxia; creía que en cada una de ellas estaba la clave para liberarse de la explotación y la dominación.

En la primera etapa buscó la construcción de un partido que buscara la revolución socialista, pero al ver que este tipo de agrupaciones tenían élites y dogmas, lo dejó y nunca más creyó en los partidos.

La segunda etapa, que también define como ortodoxa, es la del sufragio como mecanismo para generar democracia social, integral. “Creí que desde aquí podía haber algún cambio y le dediqué mucho esfuerzo”.

La última etapa comenzó con su asistencia al Seminario de Movimientos Sociales, al que acuden desde hace algunos años indígenas coca de Mezcala, familias defensoras del Bosque El Nixticuil, ambientalistas de El Salto, pobladores de Ixcatán y del Sur de Jalisco, académicos, periodistas, entre otros. “Yo al principio como que no entendía y les preguntaba, ¿cómo que (su planteamiento es) sin Estado?”

—¿Y ahora cree que es posible vivir sin Estado?

—Todavía no estoy muy seguro, la verdad, aunque me gustaría que así fuera. Víctor Serge, un disidente de los comunistas rusos, vino a México porque nadie lo quería. Él era anarquista y tenía la ilusión de la construcción de un estado libertario,  como la Comuna de París. El Estado es una construcción humana y va a desaparecer en algún momento, al igual que los partidos. Nada es perenne. Y es curioso porque creí que las grandes revoluciones del siglo XX serían libertarias, pero en realidad construyeron un capitalismo de Estado.

Y ya en esta tercera etapa tuve una conversión a partir de escuchar a estos grupos (que plantean, en su mayoría, proyectos autonómicos) a los que estoy muy agradecido ya que buscan ponerse al margen del capital. Pero aquí también debo decir, después de toda mi experiencia, que hay que cuidar que no se instituya una nueva ortodoxia exclusivista. Pues no hay una sola verdad y es importante tolerar ideas distintas. Mis experiencias previas me enseñan que cualquier ortodoxia produce víctimas. Y pienso que la disidencia es mejor ambiente para la creación, para que no se instituyan nuevos dogmas y haya una búsqueda abierta.

 —¿Qué sucede son su formación académica al encontrar estas nuevas propuestas?

 —En realidad siempre he sido muy marginal, cuando hice mis estudios de antropología, comencé a hacer antropología urbana que casi nadie hacía, así como antropología político-electoral, que a nadie le interesaba. Y lo que yo estudiaba eran siempre movimientos disidentes. Siempre he estado en los márgenes y por eso toda la discusión de modernidad me causa problema, porque no me da perspectiva para responder lo que quiero entender. Y la modernidad y la posmodernidad son las dos caras de una misma moneda; no me ilusionan tantito.

 
—¿Qué le permite tener perspectiva ante lo que quiere entender?


—Ángel Palerm me enseñó la importancia de ser heterodoxos, de no comprar ortodoxias, dogmas que repiten dogmas.

 
—¿Qué es lo que aportan estos grupos de los que habla?


—En todos los grupos anteriores que había investigado, la exigencia era pedir al Estado que se comportara menos mal.  Siempre desde una relación asimétrica entre los de abajo y los de arriba. Y con los grupos del Seminario encuentro que los de abajo empiezan a construir su vida prescindiendo de los tiempos, ritmos e imposiciones de los de arriba.

 
—¿Con tantas disidencias, cuál es el panorama electoral de 2012?


—Parece que el PAN va a perder y que el equipo salinista regresa con Peña Nieto. Y habrá más una abstención enorme, que indica que a la mayoría de la gente, las elecciones no le interesan.

 
—¿Cuáles siguen siendo sus dudas?

—La primera duda que tengo es si abajo todos saben lo que quieren.  No estoy tan seguro. Es decir, (hay) determinadas acciones críticas, ¿pero todos son conscientes de que lo hacen? Y si lo saben, ¿hasta qué punto agrietan al capitalismo? No estoy refutando, yo creo que lo agrietan, pero, ¿sabemos hasta dónde? Creo que algunos sí lo saben y otros no. ¿Qué hay detrás de esto? ¿Quiénes lo saben y quiénes no? ¿Cómo ampliar este conocimiento? ¿Los que sí saben pueden llevarle el conocimiento a los que no? ¿Cómo se genera el conocimiento? Y si se lleva, existe el riesgo del verticalismo.

Entonces, ¿existe un proceso horizontal para generar el conocimiento? ¿No hay ninguna alienación? Porque a veces parece que en las frases todos tienen una conciencia. ¿No hay introyección de la cultura política de los dominadores sobre los dominados? ¿No existe? ¿La cultura política interviene o no en el cambio? Yo digo que sí, que justo estos grupos pueden ir haciéndola. ¿Qué es ponerse al margen del capital? Hay como una visión, como una intuición, un anhelo, pero ¿dónde está? ¿No es posible construir un Estado comuna libertario como lo propuso Sergen? Son dudas, no propongo ninguna certeza. ¿Todo Estado es intrínsecamente opresor? ¿El capitalista sí es opresor, pero hay modo de que el Estado no lo sea? Todo esto abona para decir, construyamos otra cosa. ¿Pero cómo? Creo que será un cambio paulatino; estamos inmersos en ese proceso. Y puede generarse un nuevo modo de producción que sea peor, pero también puede construirse algo más humano y fraternal. Esa es la esperanza que muchos tenemos.

Perfil

Jorge Alonso Sánchez


Nació en Aguascalientes, en 1943. Estudió Filosofía en el Instituto Libre de Filosofía y Ciencias, en la década de los sesenta. Cursó la maestría en Antropología Social en la Universidad Iberoamericana y el doctorado en Antropología Social en el CIESAS, de donde egresó en 1983. Dos años después comenzó a vivir en Guadalajara. Actualmente es profesor investigador titular “C” del CIESAS Occidente. En octubre recibirá un homenaje en El Colegio de Jalisco.

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