Me sorprendió la cobertura mediática sobre el pasajero que el domingo intentó desviar un vuelo de Guanajuato a Tijuana y que aterrizó de emergencia en Guadalajara. Todo indica que el hombre es también una víctima.La prensa destacó los riesgos y la aplicación apropiada o no de los protocolos de seguridad, sin duda importante, pero casi nadie se enfocó en la historia de Mario “G” de 31 años.Su padre, también llamado Mario, declaró a una televisora que su hijo huía del crimen organizado en su natal Pénjamo, Guanajuato, tras pagar 150 mil pesos por el rescate de su esposa.El hombre abordó el vuelo 3041 de Volaris el domingo por la mañana junto a su esposa y dos hijos menores. Poco después sometió a una sobrecargo y la amenazó con un lapicero mientras trataba de entrar a la cabina de pilotos con la exigencia de desviar el vuelo a Estados Unidos.Pero la tripulación y los pasajeros lo neutralizaron. El vuelo aterrizó de emergencia en Guadalajara en donde Mario “G” fue arrestado.Jesús Torres, el pasajero que lo detuvo, declaró a La Jornada que Mario había expresado enorme angustia y miedo por las amenazas que sufría. De hecho, al despegar, los agresores le habrían advertido que lo iban a interceptar en Tijuana.“Me dijo que tenía miedo porque habían secuestrado (antes) a su esposa, él quería protección, hacerse escuchar porque sentía que nadie lo protegía”.“Él no quería bajar en Tijuana porque sigue siendo México. Pienso que fue un acto de desesperación. Entró en crisis de ansiedad. Él está peleando por su vida y la de su familia. México debería darle protección”.Pénjamo es un municipio con 507 localidades distribuidas en la sierra sobre territorios de difícil acceso. Desde hace años, esas poblaciones han sido sojuzgadas por distintos cárteles de tres entidades al ubicarse como un punto limítrofe con Jalisco y Michoacán.El domingo, antes de ser un presunto delincuente procesado por amenazas y ataque a las vías de comunicación, Mario fue una potencial víctima de desplazamiento forzado, un delito de lesa humanidad.Me pregunto de qué tamaño era su desesperación para llevar sus actos a ese extremo injustificable pero justificable, ¿me explico?Entre lágrimas, su padre pidió que no lo traten como delincuente: “investiguen primero, no se dejen llevar por lo último”.P.D. El acto desesperado del pasajero del vuelo 3041 me recordó al personaje de Pedro en el delirante episodio final de la película La Cocina (2024) sobre un grupo de inmigrantes en un restaurante de Estados Unidos. Si pueden, véanla.